Un grupo de jóvenes desaliñados y afectados por el acné que se hacían llamar Metallica dio un gran paso para convertirse en los reyes del thrash metal el 5 de marzo de 1983, cuando subieron a un escenario por primera vez junto al nuevo bajista Cliff Burton.
Ese escenario estaba ubicado en un pequeño club de San Francisco llamado Stone, hogar de muchas de las primeras manifestaciones de la ahora legendaria escena metalera del Área de la Bahía (la cuna espiritual y geográfica del thrash metal), y fue descrito por Brian Lew, que estaba allí esa noche con su cámara, en su reseña del espectáculo para el fanzine Metal Mania. «Entonces llegó el momento. Metallica. Esos dioses supremos del metal. Proveedores de furiosas decapitaciones sónicas. Esos maniacos rabiosos alimentados con vodka, nos volaron la cara cuando irrumpieron en el escenario entre una ráfaga de humo y luz cegadora. Y pusieron las cosas realmente a punto con «Hit the Lights». ¡Y era hora de MORIR!».
Claramente, Metallica ya estaba reivindicando su posición de vanguardia en el incipiente movimiento local, a pesar de haberse mudado de Los Ángeles apenas unas semanas antes, todo motivado tanto por la mayor afinidad musical que sentían el cantante y guitarrista rítmico James Hetfield, el baterista Lars Ulrich y el guitarrista principal Dave Mustaine hacia los “Bay Area Bangers” (en comparación con las bandas de metal más comerciales de Los Ángeles) como por la rotunda negativa de Burton a unirse a la banda a menos que se dirigiera al norte.
Así lo hicieron. Y fue esa noche de marzo cuando la nueva formación de Metallica reveló por primera vez su inimitable química musical combustible al mundo. O al menos a los cien y pico de “Bangers” que se reunieron en el Stone para pasar la noche haciendo mosh. Por suerte para el resto de nosotros, Lew estaba presente. Al igual que el entusiasta del thrash y fotógrafo Harald Oimoen. La evidencia escrita y fotográfica de esta noche histórica se reprodujo en el libro Murder in the Front Row, que relata la actuación de Metallica esa noche. La presencia del chico de su ciudad natal, Burton, conquistó a la multitud, según Lew.
«El momento que muchos habían estado esperando llegó pronto. ¡El solo del bajista Cliff Burton! Cliff construyó su solo a partir de una balada con un sonido de guitarra clásica inquietante hasta un crescendo de algunos de los bajos más rápidos y apocalípticos jamás interpretados. A lo largo de su sinfonía, Cliff (también conocido como Dios) utilizó su pedal wah para lograr sonidos que la mayoría creería imposibles. Podrías jurar que estaba tocando la guitarra principal, no el bajo. ¡Haganse a un lado Steve Harris, Bill Sheehan y Joey DeMaio!».
Y si quedaba alguna duda de que el debut en vivo de Burton sigue siendo uno de los eventos más importantes en la historia de Metallica, consideremos que quien abrió el show esa noche fue la banda de thrash local más formidable del Área de la Bahía, Exodus, con el eventual reemplazo de Mustaine, Kirk Hammett en la guitarra.