El legendario guitarrista de Queen, Brian May, ha revelado que, en los primeros días de la banda, consideró incorporar a un quinto integrante. En una reciente entrevista, confesó que no confiaba del todo en su capacidad para llenar el espectro sonoro con su icónica Red Special, por lo que pensó en sumar a un guitarrista rítmico.
A pesar de sus inseguridades iniciales, la banda terminó consolidándose con su formación clásica: Freddie Mercury en la voz, John Deacon en el bajo, Roger Taylor en la batería y el propio May en la guitarra. Queen demostró que no necesitaba más para revolucionar el rock. Sin embargo, en los ’90, el grupo contó con Jamie Moses como músico de gira, pero nunca como miembro oficial.
Las dudas de May y la confianza en su sonido
«Hay vídeos de los primeros tiempos y creo que éramos bastante buenos», admite May. Con el tiempo, comprendió que el directo no era lo mismo que el estudio y que, aunque solo eran cuatro en el escenario, lograban un sonido contundente sin necesidad de pistas adicionales.
Pese a ello, le tomó años sentirse seguro de ser la única guitarra en la banda. «Siempre sentí que necesitaba una guitarra rítmica. Pero, poco a poco, me acostumbré a tocar la guitarra solista y la rítmica a la vez. Me di cuenta de que nadie notaba la falta. Así que teníamos suficiente. Podías moldear esa actuación en directo para que la gente sintiera que había escuchado a una orquesta».
Marshall, una amarga experiencia
May también recordó su decepcionante experiencia con los amplificadores Marshall. En un concierto en el Olympia, donde Jimi Hendrix encabezaba el cartel, probó tocar con un Marshall y un amplificador de agudos, pero el resultado fue desastroso: «Lo subí al máximo y sonaba horrible. Apenas podía tocar. No sabía qué hacer. Sonaba como una avispa enfadada. No tenía profundidad ni articulación».
Ese episodio marcó un punto de inflexión en su carrera. En lugar de rendirse, May experimentó hasta encontrar su sonido único, convirtiéndose en uno de los guitarristas más influyentes del rock.