Un reciente estudio sobre las temperaturas máximas diarias en el Gran Santiago reveló que el sector norponiente de la capital fue el más afectado en la última década. Durante el verano de 2019-2020, se registraron seis olas de calor, con temperaturas que alcanzaron los 39,7° en Quilicura y afectaron a más del 75% de las unidades vecinales en 20 comunas.
En una nueva edición de Palabra Que es Noticia, Antonio Quinteros conversó con Martín Andrade, Director Ejecutivo de la Corporación Ciudades, sobre el impacto de las olas de calor, las desigualdades entre comunas y los proyectos para enfrentar el cambio climático. Todo a propósito de su estudio «Barrios por el clima», donde analizaron cómo se comportaron las temperaturas en las distintas comunas de la Región Metropolitana.
Andrade explicó que las altas temperaturas ya no son exclusivas del verano. «Estamos acostumbrados a hablar de olas de calor en verano, pero ahora las vemos todo el año, incluso en invierno, con temperaturas sobre el promedio histórico por más de tres días consecutivos. Es un fenómeno preocupante que afecta a las ciudades de forma tremenda», detalló.
El impacto desigual en las comunas
El director de la Corporación Ciudades señaló que el efecto del calor no se distribuye de manera equitativa. Cuando uno analiza esto uno se da cuenta de que hay una relación importante de las comunas con respecto a la altura y a la ventilación. Además, las comunas con menor cobertura vegetal, con menos árboles y superficies verdes, sufren más las olas de calor».
Esto también genera un fenómeno llamado «islas de calor». «Es decir, grandes concentraciones de calor producto del tipo de ciudad que construimos y la gran cantidad de pavimento. Hay muchas de estas comunas que no solamente alcanzan altas temperaturas: Estamos hablando de diferencias el mismo día y a la misma hora de unos 6 a 7 grados en temperaturas. Es muy significativo».
Andrade destacó que este fenómeno afecta especialmente a sectores vulnerables. «Lo que vemos es una exacerbación de las condiciones climáticas, agravada por carencias como viviendas mal diseñadas y densamente pobladas. Esto evidencia la desigualdad y fragilidad de ciertos grupos frente al cambio climático».
Proyectos para ciudades más frescas
Martín Andrade también comentó que «lo que uno ve es que muchas de estas comunas no se planificaron bien, con un diseño urbano muy pobre. Calles donde no hay espacio para áreas verdes, pocos parques. Hay una carencia de base».
Para mitigar estos efectos, Andrade enfatizó la importancia de proyectos colaborativos. «Estamos trabajando en Cerrillos con un proyecto piloto, que busca intervenir espacios como jardines infantiles, centros deportivos y bandejones para maximizar el uso de áreas disponibles».
Aunque reconoce que los cambios serán progresivos, Andrade apuesta por resultados concretos: «Plantar árboles y cambiar plazas no mueve la aguja de inmediato. Pero al conectar intervenciones en un barrio, logramos reducir las temperaturas en un entorno más amplio. Es un trabajo de largo plazo, pero clave para enfrentar la crisis climática».