David Bowie bajó el telón de las giras en 2004, poniendo fin a un capítulo de su ilustre carrera, pero no había terminado del todo con la gran pantalla. En 2006, habían pasado varios años desde su papel más importante, que había sido en la película canadiense de perfil bajo
El galardonado director Christopher Nolan relató como fue reclutar a Bowie para una participación en «The Prestige», uno de sus filmes en 2006. Sin embargo, David Bowie no se mostraría muy abierto a tomar el papel inmediatamente.
El reclutamiento de David Bowie para «El prestigio»
El futuro director de Oppenheimer y ganador de un Oscar venía de un exitoso reinicio de la franquicia de Batman y se había traído a dos de sus actores, Christian Bale y Michael Caine. Todo, para su siguiente proyecto, una retorcida historia sobre la batalla entre dos magos en el Londres victoriano titulada «The Prestige». Pero se topó con un obstáculo a la hora de elegir a Nikola Tesla, el ingeniero e inventor serbio-estadounidense.
¿Quién podría encarnar a esta figura de otro mundo y adelantada a su tiempo? Y entonces dio con una solución: «en algún momento se me ocurrió que Tesla era el «Hombre que Cayó a la Tierra» original. Como fan incondicional de Bowie, una vez que establecí esa conexión, me pareció el único actor capaz de interpretar el papel. Tenía ese estatus icónico requerido, y era una figura tan misteriosa como Tesla necesitaba serlo».
Pero Bowie no se mostró tan convencido de inmediato como su director, siendo la única vez que Nolan había vuelto a hablar con un actor que ya le había rechazado. En sus palabras, «le pedí que me dejara explicarle por qué era el actor adecuado para ello. Con total honestidad, le dije que si no aceptaba hacer el papel, no tenía ni idea de por dónde seguiría. Diría que se lo supliqué».
Una vez David Bowie aceptó, Christopher Nolan estaba encantado: «tenía un carisma fuera de lo común, y todo el mundo respondía a él. Nunca había visto a un equipo responder así a ninguna estrella de cine, por grande que fuera. Pero era muy amable y entendía el efecto que tenía en la gente. Todo el mundo tiene buenos recuerdos de haber pasado tiempo con él o de haber hablado un poco con él. Yo sólo trabajé con él brevemente -cuatro o cinco días-, pero conseguí escabullirme un par de momentos para charlar con él, que son recuerdos muy preciados para mí».