La semana pasada volvieron los Animaniacs. La popular serie noventera de los hermanos Warner se hizo famosa por su humor paródico y sus constantes bromas a famosos y celebridades hollywoodenses.
Como era de esperar, la secuela sigue la marca dejada por su antecesora, y comenzó en todo lo alto burlándose de sí misma. No sólo eso, sino que también de todo Hollywood, e incluso cantaron una canción sobre cómo la industria cinematográfica ama vivir de los remakes, reinicios y secuelas.
Entre todos los dardos que lanzaron los Warner, uno cayó en una herida que aún sigue abierta, la de Johnny Depp. El actor se vio en el ojo del huracán tras las acusaciones de Amber Heard, su ex mujer.
Si bien el actor nunca es mencionado en la canción, Depp hace aparición en unos afiches que se encuentran en el fondo mientras Yakko corea su parte. Uno de los carteles es de una película ficticia llamada “Johnny 2: Telling Lies” (“Johnny 2: Diciendo Mentiras”), en el que sale el actor con un par de tijeras en sus manos.
En el segundo póster, se promociona una película llamada “Johnny: The Beginning” (“Johnny: El comienzo”), donde sale un bebé con una bolsa de dulces.
Como era de esperar, muchos fanáticos del actor saltaron a las redes sociales a manifestar su descontento. Muchos apuntaron muy fuerte a la cadena Warner por permitir que este tipo de bromas salieran al aire, e incluso hay quienes ya han firmado una petición para que la empresa se disculpe con el actor.
Sin embargo, hay un detalle que muchos espectadores pasaron por alto. Hace un tiempo se hizo famosa una canción para niños en Youtube llamada “Johny Johny Yes Papa”. En ella, un bebé sale comiendo dulces (como el del segundo póster), para luego responder que no lo está haciendo cuando su padre le pregunta. El hombre le pregunta si está “Telling Lies” (como en el primer afiche), y el bebé le responde que no.
¿Habrá sido todo esto otra de las bromas ácidas de los Animaniacs? Puede que no, porque para cuando la serie estaba siendo producida, todo el tema de Johnny Depp aún no era tocado muy a fondo. Pero, sin dudas, es prueba de que un mal timing puede cambiar todo el sentido de una broma.