ACTITUD FUTURO

RESEÑA // «Rocketman»: más grande que la vida misma

La biopic de Elton John brilla por lo alto como un musical lleno de colores, energía y corazón.

La biopic de Elton John brilla por lo alto como un musical lleno de colores, energía y corazón.

Por Héctor Muñoz Tapia

Sí, lo sabemos. Las biopics tienden a no ser buenas películas. Están cargadas de lugares comunes, estructuras similares, y hasta cierres parecidos con esos típicos mensajes en texto con fotos de la ida real del objeto tratado. Nos encariñamos con «Ray» y «Walk The Line», nos asombramos con la propuesta de «I’m Not There» y celebramos la vida de uno de los grandes ídolos del rock en «Bohemian Rhapsody«. Pero todos los relatos quedan chicos frente a lo grandioso de la vida y obra de pilares de la música popular. Y es algo con lo que «Rocketman» lucha y sale airoso desde el primer segundo.

La película biográfica de Elton John no podía quedarse corta en épica y en una estatura más grande que la vida misma. Vamos, estamos hablando del artista que dejó atrás a Reginald Dwight y se convirtió en uno de los grandes faros de la música popular, el que nos enseñó que el flujo creativo y emotivo no tiene límites y que solo nuestra imaginación puede llevarnos lejos. Es el que tomó la batuta de la vocación popular en los 70 y que se hizo lo suficientemente gigante para que cualquier estadio le quedara chico. El que conoció los excesos mejor que nadie y vino de vuelta a contar qué había más allá. El que siempre ha luchado por ser él mismo, a pesar de todo. El paso de Elton John por esta tierra no podía ser tratado con un tono lúgubre, todo lo contrario. Necesitaba colores, energía, arreglos especiales y un toque no menor de fantasía. Y, por supuesto, ser categoría R para no restringirse en absolutamente nada.

Porque sí, «Rocketman» está pintada para ser adaptada a un musical. Y eso queda claro tras ver la película y escuchar la banda sonora. Los momentos están logrados de forma óptima y se hacen más orgánicos que escuchar la grabación original. El relato usa la música, la revuelve y la reinterpreta a voluntad. Si Dexter Fletcher tuvo que salir al paso para completar “Bohemian Rhapsody”, acá está al servicio de una historia que necesitaba una estatura acorde al icono, y no defrauda. Hay segmentos en los que sientes que estás viendo lo que pasa por tus ojos en un escenario en Broadway. Y en esto se parece mucho a «Jersey Boys», la obra de Broadway que cuenta la historia de Four Seasons que en 2014 Clint Eastwood adaptó al cine con su elenco original.

Gran parte del mérito de «Rocketman» es el trabajo de Taron Egerton. El actor británico da en el clavo caracterizando a Elton John y cantando en toda la película. Esto no es hacer una mímica o una imitación perfecta, es captar la esencia del músico y construir realidad dentro de los marcos de fantasía que nos presenta el relato. Se convierte en Elton John y lo seguimos hasta el final. Su interpretación a clásicos que reflejan motivos como la epifanía en «Your Song», la elevación de los espíritus en «Crocodrile Rock», la latente soledad con «Tiny Dancer», los excesos con «Bennie And The Jets» y la catarsis con «Goodbye Yellow Brick Road», entre otras joyas dentro del soundtrack, dan fe de ello. Si la música es de Elton John, las letras están firmadas por Bernie Taupin, su eterno colaborador, quien en la película es interpretado por Jamie Bell y le da la relación más sólida a su protagonista.

«Rocketman» te sacude la cabeza a un nivel que nunca te podrías imaginar. Es lindo ver cuando la historia de un ídolo más grande que la vida misma como lo es Elton John tiene una película así de épica y altamente emotiva. Un par de momentos te pueden llegar directamente al corazón y la manera en que la música se toma el ambiente es reconfortante para el espíritu. Sales con una sonrisa en el rostro y con el espíritu rebosante tras verla. Y querrás repetírtela.


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