MALDITO ROCK AND ROLL

El último vuelo de Lynyrd Skynyrd

A 35 años de la tragedia, por Ernesto Bustos.

Hoy no es mi propósito hablar de lo fundamental que es el aporte de Lynyrd Skynyrd para el desarrollo del rock. Tampoco decir que es el referente obligado del “rock sureño”, aquella cruza del folk y rhythm & blues. O que sus clásicos “Sweet Home Alabama” y “Freebird” son parte del selecto grupo de canciones que por sí solas caen en la categoría de clásicos.

Nada de eso. Hoy me gustaría recordar a esta gran banda, a los gigantes de Lynyrd Skynyrd. Sí, la misma cuyo nombre cuesta pronunciar a la primera y que hace 35 años fueron protagonistas de una de las tragedias más horribles y recordadas en la historia del rock and roll.

El calendario indica que fue un 20 de octubre de 1977 cuando el Convair CV-300, el avión que transportaba a toda la comitiva -26 personas en total- en un viaje entre Greenville  y Baton Rouge, se precipitó a tierra terminando con la vida de Ronnie Van Zant, su vocalista; Steve Gaines, guitarrista; Cassie Gaines, hermana de Steve y corista; Dean Kilpatrick, asistente road manager; Walter McCreary, piloto de la aeronave; y su copiloto, William Gray.

35 años de una herida, cuya cicatriz ya seca pero siempre visible para quienes disfrutamos del buen rock, nos recuerda que ahí hubo una sumatoria de errores técnicos y lo más increíble, sueños premonitorios.

Vamos con calma. El avión en que viajaba la banda había sido inspeccionado con anterioridad por Zunk Buker y su padre, miembros del staff de Aerosmith, ya que Steven Tyler y Joe Perry estaban interesados en él, pero finalmente lo desecharon ya que ni el aparato ni la tripulación -Buker vio a los pilotos McCreary y Gray deambulando con una botella de Jack Daniel’s mientras inspeccionaban la nave- cumplían con sus requisitos.

Luego, el magneto del motor derecho del avión (la pieza que produce la corriente que va directa a las bujías) había dado problemas ya antes de su último vuelo, y tanto Billy Powell (tecladista), como Ken Peden (técnico de sonido), declararon haber visto llamas saliendo del motor derecho del avión en el viaje anterior al accidente, entre Miami y Greenville.

Otra. Cassie Gaines, hermana de Steve, tenía tanto miedo de subirse al destartalado avión que se ofreció a viajar en el camión que transportaba el equipo de los Lynyrd. Pero Cassie no fue la única que tuvo un mal presentimiento. La tercera integrante del coro, Jojo Billingsley, que estaba cuidando de un familiar enfermo y tenía pensado reincorporarse a la gira el día 23 en Little Rock, soñó con el accidente y llamó al guitarrista Allen Collins para pedirle que no abordaran el Convair CV-300.

Durante el vuelo, el avión sufrió una serie de problemas mecánicos y, aunque los pilotos intentaron un aterrizaje de emergencia en una pequeña pista, este se quedó sin combustible y se estrelló en un bosque cerca de Gillsburg, Mississippi. La investigación posterior habla que es posible que el magneto dañado del motor derecho engañase a los pilotos  creando una mezcla de combustible excepcionalmente rica, y esto causase que el Convair se quedara sin combustible.

Hay más. El baterista Artimus Pyle sostiene que el indicador del combustible funcionó mal y que los pilotos fallaron al comprobar el nivel de los tanques antes de despegar, a causa del magneto en mal estado.

Ok, ya sabemos el saldo trágico del accidente, sin enumerar las lesiones que sufrieron los demás integrantes de la banda, la mayoría de carácter grave. Los detalles de cómo se hallaron los cuerpos no viene al caso comentarlos.

El destino suele ser muy injusto en ocasiones y esta vez le tocó a los Lynyrd Skynyrd. La fama y la popularidad estaban ahí. Tenían el mundo a sus pies. Recién habían editado su sexto álbum, “Street Survivors,” y, paradojas de la vida, la carátula original incluía una fotografía de la banda rodeada de llamas. Obvio, la tapa se cambió después de la tragedia. Una historia similar ocurrió con el triple disco en vivo de Dream Theater y la portada con las Torres Gemelas incendiándose antes del atentado del 11 de septiembre de 2001. ¿Se acuerdan?

Pero la muerte no paró ahí con Lynyrd Skynyrd. Entrada la década de los ’90, las muertes de sus integrantes se multiplicaron por cinco..

-Allen Collins: 37 años, guitarrista, murió en 1990 producto de una neumonía crónica, claro que antes había quedado parapléjico por un accidente automovilístico.

-Leon Wilkenson: 49 años, bajista, muerto en 2001 por problemas hepáticos.

Hughie Thomasson: 55 años, guitarrista, muerto en 2007 por un ataque cardiaco.

-Billy Powell: 56 años, tecladista, muerto en 2009 por un ataque cardiaco.

-Ean Evans: 48 años, bajista, muerto en 2009 por un cáncer.

-Jojo Billingsley: 58 años, corista, muerta en 2010 por un cáncer.

Por último, Ronnie Van Zant tenía claro que no llegaría a cumplir los 30 (murió a los 29). Tan claro que en el momento de decidir si Lynyrd Skynyrd continuaría su gira de 1977 en el Convair CV-300, el mismo que desecharon los Aerosmith, resolvió la discusión diciendo “sólo sé que si ha llegado el momento de marcharse, ha llegado…”. Paradojas de la vida.


Contenido patrocinado

Compartir