No son muchos los grupos que se hayan anotado con haber inspirado todo un subgénero. Pero no muchos grupos han asustado a todo el mundo como lo hizo Venom a principios de los 80.
Desde el noreste de Inglaterra con su single debut «In League With Satan» en 1981, Venom, compuesto por el cantante y bajista Conrad “Cronos” Lant, el guitarrista Jeff “Mantas” Dunn y el baterista Anthony “Abaddon” Bray, irrumpió en la floreciente New Wave. De la escena del heavy metal británico, armado con el ataque de heavy metal más feo que jamás se haya grabado en una cinta y un montón de imágenes satánicas que hostigan a la censura.
El álbum debut de Venom, “Welcome To Hell”, se lanzó en diciembre de 1981. Y llegó con una mezcla de elogios de la crítica y disgusto absoluto.
«La gente podría pensar que estábamos viviendo la gran vida, pero en verdad fue una mierda. Nadie entendió nuestro logo. Tampoco entendía la música. Nadie quería tener nada que ver con nosotras porque no éramos bonitas y no cantábamos lindas canciones pop. No éramos como Deep Purple o Iron Maiden o cualquiera de esas pequeñas bandas agradables que podrías tocarle a tu mamá, ¿sabes?», escupe Cronos recordando esos días.
Quizás no haya un trabajo debut que haya influido más monumentalmente en todos los tipos de metal extremo que «Welcome to Hell» de Venom. El primer álbum del acto británico ayudó a desencadenar los subgéneros de metal de thrash metal, death metal y black metal, todo a la vez y completamente por accidente.
La producción arenosa y sin pulir que aparece en ‘Welcome to Hell’ completo se puede atribuir al camino que tomó Venom mientras grababa el álbum. La banda originalmente planeó simplemente crear un demo en lugar de un debut de larga duración.
Para crédito de Venom, el descuido nunca hace descarrilar el impulso de las canciones en loq ue tiene que ver con el tempo. Por otro lado, aunque de ninguna manera soy un mago de la guitarra, no puedo evitar imaginarme algunos tecnólogos de Dream Theater. Ver el enfoque de Mantas (y Cronos) como el equivalente a tomar tus propias heces y sangre y untarlas sobre ellos y las paredes. Pero, ¡al carajo! Romper las reglas solía ser algo bueno en el metal».
No es que el triunvirato infernal del bajista/gruñidor Cronos, el guitarrista Mantas y el baterista Abaddon -ahí, incluso los nombres macabros sientan un precedente- fueran músicos tan incompetentes por sí solos. Pero su actuación como unidad a menudo parece torpe y poco ensayada. Todo esto solo contribuye a la honestidad sin trucos del álbum, por supuesto.
Este fue un LP grabado y mezclado en tres días, y se notó.
Pero si vamos a considerar algunas de las bandas que se inspiraron en este impío primer esfuerzo – Slayer, Hellhammer, Mayhem y muchos otros – no es difícil ver cuán dramáticamente este disco, sin importar cuán descuidadamente se haya tocado, impactó toda la historia del metal que siguió.
