Hoy celebramos el cumpleaños número 46 de un pilar fundamental en la historia del rock alternativo australiano: Ben Gillies.
Desde su explosión adolescente con Frogstomp hasta la madurez artística de Young Modern, Gillies demostró ser mucho más que un simple acompañante de Daniel Johns. Su estilo de batería, potente, preciso y con una evolución marcada, sentó la base rítmica de una de las bandas más influyentes de su generación: Silverchair.
Para honrar su legado y su contribución inigualable, en Futuro repasamos los 5 Clásicos Esenciales que marcan la discografía de Silverchair, todos impulsados por el pulso inconfundible de Ben Gillies.
Israel’s Son
El tema que cimentó el sonido crudo y juvenil de Silverchair. La batería de Gillies aquí es pura furia adolescente, capturando la energía del grunge en su máxima expresión. Los fills sencillos, pero devastadores y ese ritmo galopante en el bridge demuestran una madurez sorprendente para un músico de su edad. Es el motor implacable de un himno generacional.
Freak
Si bien la canción es recordada por su riff de guitarra y el icónico grito de Daniel Johns, la contribución de Gillies es clave para darle esa sensación de urgencia e intensidad. Su ejecución es más compleja que en el álbum debut, con un uso más dinámico del ride y los crashes que impulsan los cambios de sección. Es una clase magistral de cómo la batería puede sonar a la vez mecánica y visceral.
Blind
Representando la etapa de madurez y experimentación de Neon Ballroom, «Blind» es un ejercicio de contención y explosión. Gillies se adapta perfectamente a la orquestación y el dramatismo del tema. El ritmo es más lento, pesado y con un groove marcado que le da una atmósfera densa. El golpe del snare en el coro es monumental, sirviendo como el ancla rítmica que sostiene la emotividad épica de la canción.
One Way Mule
Con Diorama, Silverchair se aventura en terrenos más artísticos y complejos, y Gillies no se queda atrás. «One Way Mule» es una demostración de su habilidad para mezclar rock duro con un aire casi cabaretero y de banda sonora. El ritmo es juguetón, con ghost notes y patrones que se sienten más cercanos al jazz o al blues alternativo, demostrando la versatilidad y el crecimiento del baterista más allá del grunge.
The Greatest View
Para cerrar este esencial, elegimos «The Greatest View», una de las cimas melódicas de Silverchair. Ben Gillies entrega aquí una performance brillante y sutil. La batería no busca el protagonismo, sino que complementa la belleza y la arquitectura de la canción. Su timing es impecable, y los crashes están puestos estratégicamente para maximizar el impacto emocional. Es la prueba de que un gran baterista sabe cuándo sonar grande y cuándo servir a la canción con elegancia.
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