El 29 de septiembre de 2009, Alice in Chains sorprendía al mundo con Black Gives Way to Blue, su primer álbum de estudio en catorce años.
No era un regreso cualquiera: representaba el renacer de una banda que había quedado marcada por la muerte de Layne Staley en 2002. También por un silencio prolongado desde finales de los noventa.
Superando un duelo de casi 10 años
El álbum no solo significó el regreso a la actividad discográfica tras la separación de 1999. También fue el debut del vocalista William DuVall, quien junto a Jerry Cantrell, Sean Kinney y Mike Inez dio vida a una nueva etapa que muchos fans pensaron que nunca llegaría. El contexto que rodeó la creación del disco estuvo cargado de duelo y dudas. Tras el fallecimiento de Staley, Jerry Cantrell confesó en entrevistas que pensó que Alice in Chains no volvería jamás:
«La herida era demasiado profunda, y había demasiadas emociones para siquiera considerar hacer música otra vez con ese nombre». Sin embargo, un concierto benéfico en 2005 reunió a los miembros sobrevivientes y abrió la puerta a la posibilidad de regresar.
Fue entonces cuando William DuVall, guitarrista y vocalista de Comes With the Fall, comenzó a colaborar con ellos. Su estilo no intentaba imitar a Staley, sino aportar un nuevo matiz que complementara el sello vocal de Cantrell. Esa fue la clave para dar el paso hacia adelante. La grabación de Black Gives Way to Blue comenzó en 2008. Se realizó bajo la producción de Nick Raskulinecz, conocido por trabajar con Foo Fighters y Rush. El proceso fue intenso y emocional.
La banda, que había vivido la pérdida de un hermano, canalizó en estas canciones el dolor, la rabia y la necesidad de seguir adelante. El propio Cantrell reconoció que cada tema era un ejercicio de sanación: «El disco es nuestro modo de decir que seguimos aquí. Pasamos por cosas terribles, pero todavía tenemos algo que decir». El título refleja precisamente esa idea de transición, de la oscuridad hacia una melancólica claridad: la negrura que da paso al azul.
Un álbum honesto y que buscaba ser diferente
El resultado fue un trabajo sólido y profundo. «A Looking in View» mostró desde el inicio la potencia oscura y el peso instrumental que aún caracterizaba a la banda. «Check My Brain» alcanzó el número uno en las listas de rock en Estados Unidos. Su riff descendente y tono ácido confirmaron que Alice in Chains aún podía conquistar la radio. «Your Decision», más melódica, trajo a flote la faceta introspectiva del grupo. Mientras que «Last of My Kind» evidenció el protagonismo de DuVall como voz principal, demostrando que no estaba allí para vivir a la sombra del pasado.
Pero el punto más emotivo llegó con la canción homónima «Black Gives Way to Blue». Fue un tributo directo a Layne Staley interpretado con la colaboración de Elton John al piano. Este gesto selló el carácter íntimo y catártico del álbum. La crítica recibió el regreso con sorpresa y respeto. El disco debutó en el puesto número cinco del Billboard 200 y fue alabado por su honestidad y solidez. Evitaba caer en la nostalgia barata. Los fans, que en su mayoría habían asumido el final de la banda, encontraron en estas canciones un puente entre el pasado y el presente. Alice in Chains no negaba su historia. Tampoco se quedaba atrapada en ella; reconocía la herida, la transformaba en arte y se atrevía a mirar hacia el futuro.
Hoy, a 16 años de su lanzamiento, Black Gives Way to Blue se recuerda como un testamento de resiliencia. Fue el disco que demostró que Alice in Chains podía sobrevivir a la tragedia y seguir siendo relevante sin perder su esencia oscura y melódica. Es, al mismo tiempo, una despedida conmovedora a Staley y una reafirmación de que el espíritu de la banda estaba vivo. En palabras de Jerry Cantrell: «Este disco es para Layne, pero también es para nosotros. Es nuestra forma de decirle gracias y adiós, mientras seguimos caminando».
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