El 17 de septiembre de 1991, en plena efervescencia del rock alternativo y a solo unas semanas de la irrupción de Nevermind de Nirvana, Hole lanzó su debut discográfico: Pretty on the Inside.
Hoy, 34 años después, aquel álbum sigue siendo un manifiesto incómodo, abrasivo y visceral. Este marcó la entrada de Courtney Love y su banda en el radar del rock noventero.
La rebeldía femenina de Love en un LP
Lejos de la estética más melódica y pulida que exploraría Hole en Live Through This (1994) o Celebrity Skin (1998), este debut es un estallido crudo, violento y sin concesiones. Producido por Kim Gordon (Sonic Youth) y Don Fleming, el disco bebe directamente de la escuela del noise rock y el punk más ruidoso. Las guitarras son disonantes y las estructuras caóticas. Además, un espíritu desgarrador desarma cualquier intento de domesticación.
Canciones como «Teenage Whore», «Garbadge Man» o la misma «Pretty on the Inside» condensan el tono del álbum. Son un grito contra los estándares de belleza, la misoginia, la violencia cultural y las presiones que recaen sobre la mujer en la sociedad contemporánea. La voz de Courtney Love, rasposa y furiosa, se convierte en el centro de una obra que incomoda, pero que al mismo tiempo abre espacio a la catarsis.
Aunque en su momento fue recibido con opiniones divididas (algunos lo vieron como excesivamente áspero, otros lo aclamaron como una joya del underground), con el tiempo Pretty on the Inside se consolidó como un testimonio de su época. Fue el primer paso de Hole hacia la notoriedad. Fue un debut que no buscaba agradar, sino desafiar y que plantó cara a la industria con una honestidad brutal.
A 34 años de su lanzamiento, este disco no solo sobrevive como una reliquia del noise-punk de los 90. También sigue como una obra que capturó la crudeza de una artista dispuesta a exponer su vulnerabilidad y su rabia sin filtros. Un recordatorio de que lo feo, lo incómodo y lo visceral también pueden ser bellos dentro de la historia del rock.
