El desastroso, desorientador y caótico noveno álbum de Pink Floyd se publicó hace 50 años, con una banda fragmentada, donde cada integrante tenía direcciones distintas del camino a seguir. Por otro lado, el exilio autoimpuesto de Syd Barrett impacto profundamente en el grupo. Como consecuencia, Wish You Were Here, es un álbum que habló de la disociación, el duelo, las peleas y obviamente de un profundo amor a la música.
Un disco que no tiene canciones de relleno y que sigue siendo un clásico indiscutido del rock progresivo. Este ranking es una manera alternativa de consumir una de las obras magnas de los británicos. Todos conocemos el clásico relato que Waters y compañía nos quisieron entregar, pero, ¿Qué pasa si lo desordenamos?
1. Welcome to the Machine
La entrada es casi cinematográfica: un zumbido mecánico que se abre paso hacia un sintetizador frío y opresivo. La voz de Roger Waters suena distante, como atrapada en un engranaje industrial. Es una crítica devastadora al sistema musical que «devora» a los artistas, y la música refuerza esa sensación de claustrofobia. La canción transmite deshumanización y desesperanza, pero también un aire de rebelión silenciosa.
2. Have a Cigar
Desde el primer riff, la energía cambia: guitarras más directas, bajo marcado y un groove casi funk. La voz de Roy Harper, invitado en la grabación, adopta un tono burlón que encarna a un ejecutivo discográfico sin escrúpulos. Todo suena más “terrenal” que en el resto del álbum, con un sarcasmo evidente en cada frase. Es una explosión de ironía musical que genera una mezcla de risa amarga y rabia.
3. Shine On You Crazy Diamond (Pt. 6-9)
El cierre del álbum es un viaje melancólico que se expande en varios movimientos. Comienza con un tono sombrío, casi como si la banda estuviera despidiendo a un fantasma. Luego aparecen pasajes de blues y momentos instrumentales más luminosos, como un recuerdo de lo que Syd Barrett fue para ellos. Termina en una disolución lenta, como si la música se desvaneciera en el aire. Evoca tristeza, nostalgia y una belleza frágil, dejando al oyente en un estado reflexivo.
4. Wish You Were Here
Quizás la canción más reconocible y humana de Pink Floyd. El inicio con la guitarra acústica, mezclada con un efecto de radio desafinada, genera intimidad. La voz de Gilmour llega cálida y sincera, transmitiendo dolor por la ausencia de Barrett, pero también una conexión universal con cualquier ser querido perdido. Es un lamento compartido, pero también un abrazo: melancolía transformada en un canto de unión y empatía.
5. Shine On You Crazy Diamond (Pt. 1-5)
El disco se abre lentamente con un fade-in casi imperceptible, como si la música emergiera desde la nada. Los cuatro famosos acordes de guitarra de Gilmour entran delicadamente, creando un ambiente solemne y reverente. La canción se va construyendo con saxofón, teclados etéreos y la voz de Waters, hasta convertirse en un monumento sonoro a Syd Barrett. Más que tristeza, aquí hay admiración y un sentido de homenaje: un inicio que emociona desde lo espiritual.
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