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«Touch Me I’m Sick» de Mudhoney cumple 37 años: el rugido sucio que encendió la mecha del grunge

El single preámbulo a su LP de larga duración "SUPERFUZZ BIGMUFF" se estrenó un 1 de agosto de 1988. Marcando el auge de la escena grunge.

Mudhoney Touch Me Im Sick

Un 1 de agosto de 1988, el underground de Seattle rugió con una energía cruda y distorsionada gracias a un sencillo que cambió las reglas de la escena: «Touch Me I’m Sick» de Mudhoney.

Hoy, a 37 años de su lanzamiento, la canción sigue siendo un emblema del sonido sucio, irónico y ruidoso que anticipó la explosión del grunge, antes de que Nirvana, Pearl Jam o Soundgarden fueran nombres familiares:

Editado por el mítico sello Sub Pop y siendo el preámbulo su primer LP ,»SUPERFUZZ BIGMUFF», este debut no solo consolidó a Mudhoney como una banda clave de la escena alternativa, sino que también fue clave en definir la estética sonora y visual del grunge: guitarras saturadas, letras desencantadas y una actitud de «todo vale» que contrastaba con la pulidez del rock comercial de la época. Desde su primer riff, hasta el grito enfermizo de «Touch me I’m sick», el tema fue una cachetada directa a la complacencia del mainstream

«Gonna make you love me, till the day you die».

Mark Arm, vocalista de la banda, proyectó en la canción una mezcla de desesperación, humor negro y nihilismo que se volvió distintiva del género. La voz suena enferma, sudorosa y agresiva; como si alguien hubiese arrojado a Iggy Pop dentro de una licuadora de fuzz y feedback. Steve Turner, por su parte, aporta una guitarra chillona y mugrienta que se siente más como una motosierra oxidada.

La importancia del sencillo también está en cómo influenció a otras bandas. Kurt Cobain reconoció abiertamente la deuda que Nirvana tenía con Mudhoney, tanto en sonido como en actitud. Incluso el video de «Touch Me I’m Sick», grabado con un presupuesto ridículo, se convirtió en un referente de lo que Sub Pop estaba creando: una escena que no necesitaba la validación de MTV para sacudir al mundo.

Aunque Mudhoney nunca alcanzó el nivel de fama de sus compañeros de ciudad, su legado es igual de vital. «Touch Me I’m Sick» no solo fue su carta de presentación, fue una declaración de principios para toda una generación que estaba harta del artificio que el glam rock había impuesto en los 80s.

Hoy, al cumplir 37 años, este clásico conserva su potencia y relevancia. Es un recordatorio de que la suciedad, cuando es honesta, también puede ser arte.


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