Un 26 de agosto de 1966, el mundo del rock británico recibía un golpe de audacia con el lanzamiento de «I’m a Boy», un single que no solo se convirtió en un éxito inmediato para The Who. Si no que también reveló el espíritu provocador y visionario que caracterizaría a la banda liderada por Pete Townshend.
Hoy, casi seis décadas después, celebramos esta pieza que, más allá de su energía mod, se atrevió a tocar un tema adelantado a su tiempo. La identidad y el conflicto con los roles impuestos por la sociedad.
Un concepto disruptivo en plena era mod
1966 era un año explosivo para la música británica. The Beatles habían lanzado Revolver, los Rolling Stones dominaban listas con su rebeldía y la escena mod vibraba con estilo y velocidad. En ese contexto, The Who (famosos por sus guitarras violentas y la teatralidad en escena) decidió ir más allá con un single que rozaba lo conceptual.
«I’m a Boy» surgió de una idea pensada para una ópera rock titulada Quads, nunca concretada. La trama imaginaba un futuro en el que los padres podían elegir el género de sus hijos antes de nacer. El protagonista, un niño criado como niña por deseo materno, grita su verdad: «I’m a boy, I’m a boy, but my ma won’t admit it». Para 1966, esta narrativa no solo era extraña: era revolucionaria.
Musicalmente, el tema es puro The Who: guitarras cortantes, la batería explosiva de Keith Moon y la voz urgente de Roger Daltrey. Combinadas con armonías vocales que suavizan el dramatismo de la letra. A pesar de su tono animado, hay una tensión en la interpretación que refuerza la sensación de desesperación del personaje.
El riff principal, brillante y rítmico, mantiene la estética mod, pero la estructura melódica y el peso conceptual anuncian el camino hacia proyectos más ambiciosos como Tommy de 1969.
Su Impacto y legado
«I’m a Boy» alcanzó el número 2 en las listas británicas y se consolidó como uno de los grandes éxitos de la banda en su primera etapa. Pero su relevancia va más allá del éxito comercial: es un antecedente directo de las óperas rock que definirían a The Who y una pieza que, en retrospectiva, dialoga con debates sobre identidad y género que décadas después ocuparían la esfera pública.
59 años después, la canción sigue siendo una cápsula del tiempo que conserva la energía juvenil de los sesenta. Pero también una obra sorprendentemente moderna en su discurso. The Who no solo capturó el espíritu mod; también se adelantó a conversaciones que la música popular rara vez se atrevía a iniciar en aquella época.
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