En la historia de la lucha libre profesional, pocas tragedias han dejado una cicatriz tan profunda como la de Chris Benoit.
Si la muerte de Owen Hart en 1999, tras un accidente en un evento en vivo, fue un golpe devastador para WWE y sus fanáticos, lo ocurrido en junio de 2007 con Benoit desató un impacto aún más perturbador, transformando la percepción pública del negocio y dejando un legado imposible de separar de la sombra de sus actos:
Chris Benoit era ampliamente reconocido como uno de los mejores luchadores técnicos de su generación. Forjado en el circuito independiente, perfeccionó su estilo en Japón en New Japan Pro-Wrestling antes de brillar en WCW y consolidarse en WWE. Su entrega dentro del ring, su fuerza física y su capacidad para contar historias lo convirtieron en un favorito de críticos y compañeros. Sin embargo, tras la imagen de profesional impecable se ocultaban señales de un deterioro físico y mental progresivo, producto de años de castigo y múltiples conmociones cerebrales.
La oscura tragedia
Entre el 22 y el 24 de junio de 2007, Benoit asesinó a su esposa Nancy y a su hijo de 7 años, Daniel, antes de suicidarse en su hogar de Fayetteville, Georgia. Inicialmente, WWE comunicó la noticia como una tragedia familiar, pero a medida que se conocieron los detalles, el mundo quedó horrorizado. No era un accidente, sino un homicidio-suicidio. Las investigaciones posteriores revelaron un daño cerebral severo en Benoit, similar al de un paciente con Alzheimer avanzado, así como consumo de esteroides, antecedentes de conflictos domésticos y presiones laborales que podrían haber contribuido a su inestable estado mental.
El impacto fue inmediato. WWE eliminó todo rastro oficial de Benoit: su nombre se dejó de mencionar, sus imágenes desaparecieron y sus logros borrados de la narrativa oficial. Sin embargo, su caso se convirtió en un catalizador para cambios estructurales en la industria. Se implementaron protocolos de bienestar más estrictos, pruebas médicas regulares, políticas contra el abuso de sustancias y una mayor atención a la salud cerebral de los luchadores.
Las consecuencias del tragico evento
A diferencia de Owen Hart, cuya muerte fue consecuencia de negligencia en la seguridad, lo de Benoit fue una tragedia deliberada que desmoronó cualquier recuerdo heroico. Su historia, tan dolorosa como inquietante, sirve como recordatorio del alto costo humano que puede tener la lucha libre profesional. Detrás de la gloria y el espectáculo, el caso de Chris Benoit dejó una lección que WWE y el mundo jamás podrán ignorar. El éxito en el ring no siempre refleja el verdadero estado del hombre que lo habita.
