Los Tres y celebración de los 30 años de «La Espada y La Pared»: la fórmula para alcanzar una sinfonía inmortal

• Por Benjamín Carrasco
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• 29 Jun, 2025. 09:20 hrs

A veces uno se pregunta: ¿Cómo sería tener una máquina del tiempo? ¿Qué épocas me gustaría revisitar? ¿Qué sentimientos me gustaría que volvieran a retumbar? Los Tres lo tienen clarísimo, y demostraron poseer una fórmula impecable para viajar en el tiempo.

Con un Movistar Arena repleto, entre ellos niños, adolescentes, adultos y mayores, la emblemática banda nacional celebró un aniversario importante: los 30 años de «La Espada y La Pared». Ese disco que, para muchos, fue parte de su crecimiento hasta la adultez. Uno que, para otros, es parte de su actualidad. Y uno que, para un pequeño grupo, podía ser conocido recientemente.

Sin embargo, si hay algo que Los Tres saben hacer muy bien es eso: encantar a diferentes generaciones con una sinfonía que no envejece. Una que, al contrario, sigue sonando como nueva. Porque para Los Tres, crear una máquina del tiempo es moco de pavo.

Un repaso al pie de la letra

Para algunos, pensar como iniciaría el show podía ser un misterio. Pero siendo la celebración de su disco «La Espada y La Pared», podemos estar todos de acuerdo en que comenzar con otra canción que no fuese «Déjate Caer» habría sido un sacrilegio.

Así, Los Tres repasaron los primeros sencillos de su disco, que justamente resultan ser de sus canciones más escuchadas. Pero las cosas cambiarían cuando «Dos en Uno» retumbó en las paredes del Movistar Arena. Aquella canción, para algunos su favorita, que no sonaba en vivo desde hace casi 30 años. Una la cual, debido al motivo de la esperada convocatoria, revivió como si nunca hubiera dejado de sonar.

«Tirate» fue un momento donde la gente, además de disfrutar a todo pulmón el sencillo, empezaron a notar un modus operandi en el setlist. Y con el inicio de «Te Desheredo» sonando después, lo confirmaron: era un repaso al pie de la letra de «La Espada y La Pared»; tuviera más escuchas la canción o no, no hubo descartes.

Todo con una sinfonía que sonaba novedosa. Algo que se sintió nuevamente cuando Gepe fue invitado al escenario. Donde el chileno acompaño a la banda para interpretar juntos «Partir de Cero» y «Moizefala». Todo esto, mientras los asistentes coreaban con la mano en el corazón cada una de las canciones.

Tras algunas interpretaciones, Álvaro Henríquez declaró al público que «así termina «La Espada y La Pared»». Todo esto, mientras sonaban los primeros acordes de «Tu Cariño Se Me Va». Así, Los Tres se despidieron del público en el Movistar Arena, mientras Álvaro, acompañado de Ángel Parra, Roberto Lindl y Francisco Molina, se retiraban del escenario.

Pero antes de que sonaran los gritos suplicando un regreso, un video empezó a correr en la pantalla atrás de los instrumentos. Imágenes, casi todas en blanco y negro, que rememoraban el pasado de Los Tres. De su carrera y vidas. De que son «La Espada y La Pared», pero también son mucho más que eso. Algo que demostrarían minutos después, porque el show aún estaba lejos de bajar sus cortinas.

El don para llegar a los corazones

En su regreso, Los Tres no podían irse sin repasar algunos de sus mayores éxitos. Independiente del género o la época, la banda tenía una misión: llevar al público por un viaje que no pareciera anticuado. Y lo lograron con creces, porque no faltó nada.

Desde éxitos de culto como «La Torre de Babel» o «He Barrido el Sol», canciones más lentas que solo pueden cantarse con la mano en el corazón como «Un Amor Violento» y un paso por nuestro propio folclore nacional (la cueca), Los Tres florecieron todo tipo de sentimientos. Emoción, tristeza, melancolía y felicidad; el público no paraba de emocionarse una canción tras otra. Al punto que las sillas en cancha ya ni siquiera existían.

Y es que esa es la magia de la banda. Da igual la época en que los conociste y da igual con qué canción los conociste; al mismo estilo que Doc en «Volver al Futuro», Los Tres tienen la fórmula para viajar atrás en el tiempo. Donde todo suena nuevo y con la misma calidad que en el pasado, con una sinfonía que, efectivamente, es inmortal.