Tras la muerte del papa Francisco, la atención global se ha volcado hacia el Vaticano. El cónclave que elegirá al próximo líder de la Iglesia Católica es inminente. Marcando el inicio de un proceso cargado de formalidades, simbolismo y un toque de misterio.
Una de las tradiciones más reconocidas de este ritual es la forma en que se comunica al mundo que se ha escogido a un nuevo pontífice: a través del humo que se emana de la chimenea de la Capilla Sixtina. Lejos de conferencias de prensa o declaraciones oficiales, el Vaticano recurre a una señal ancestral para transmitir este importante mensaje.
Desde hace más de un siglo, esta chimenea es la encargada de indicar el resultado de las votaciones de los cardenales reunidos en cónclave. En cada jornada, pueden realizar hasta cuatro votaciones. Dos por la mañana y dos por la tarde. Hasta que uno de los candidatos alcance los dos tercios necesarios para ser electo papa.
Las papeletas se queman después de cada ronda para mantener el secreto del proceso. Si el humo es negro, no se ha alcanzado un consenso. Si es blanco, hay nuevo papa.
Cónclave: ¿Cómo se logra darle color al humo?
Según consigna ADN, en sus inicios, el humo blanco se lograba quemando las papeletas junto a paja seca, mientras que la paja húmeda producía el humo negro. No obstante, este método presentaba fallas. En 1958, una columna de humo blanco generó celebraciones prematuras antes de cambiar a negro, sembrando confusión entre los presentes.
Durante los años 60, el uso de bombas de humo y bengalas tampoco solucionó el problema, ya que el color gris que estos provocaban dificultaba la interpretación de la votación. Fue recién en 2005 que se adoptó un sistema más moderno, a través de un dispositivo electrónico que utiliza cartuchos químicos para generar el humo a color.
A través de un comunicado, el Vaticano reveló que el humo blanco se produce con clorato de potasio, lactosa y colofonia, mientras que el negro se genera mediante perclorato de potasio, antraceno y azufre.
Todo esto, se controla desde un panel electrónico, garantizando que el mensaje más importante de la Iglesia llegue sin malinterpretaciones al mundo entero.