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«No es innovación, es explotación»: Jimmy Page alerta sobre el impacto de la IA en los derechos de autor

El exguitarrista de Led Zeppelin expresó su preocupación sobre la propuesta del gobierno británico en torno a la inteligencia artificial.

Jimmy Page
Getty Images

La inteligencia artificial ya se tomó el mundo, pero aun cuando estas tecnologías parecen ayudar en ciertos aspectos, otros están preocupando a aristas de la sociedad, como las artes. Así, uno que se expresó recientemente es Jimmy Page.

Las artes están viendo el impacto de la IA en los procesos creativos, y el Reino Unido, por ejemplo, ha propuesto ampliar las formas en que los desarrolladores pueden utilizar obras protegidas por derechos de autor para entrenar modelos de inteligencia artificial.

En esa línea, varios músicos se han posicionado en contra, como Kate Bush, Cat Stevens, Brian May o el compositor de cine, Hans Zimmer, y ahora el exguitarrista de Led Zeppelin se sumó contundentemente a sus colegas.

A través de una extensa declaración compartido en sus redes, Page -entre otras cosas- mencionó que «el viaje desde el anonimato del trabajo de sesión hasta los escenarios globales con Led Zeppelin no fue un camino pavimentado por algoritmos o conjuntos de datos. Fue un viaje marcado por la improvisación espontánea y la chispa incuantificable del ingenio humano».

Así, menciona que «nos encontramos en una encrucijada», donde los productos generados por la IA «No son más que ecos huecos, carentes de las luchas, los triunfos y el alma que definen el verdadero arte».

«Además, las implicaciones éticas son profundas. Cuando la IA explora el vasto tapiz de la creatividad humana para generar contenido, a menudo lo hace sin consentimiento, atribución o compensación. Esto no es innovación; es explotación», afirmó Jimmy Page.

Lee sus palabras completas a continuación.

Jimmy Page contra la IA

«En los estudios disciplinados de Londres de principios de los años 60, perfeccioné mi oficio de músico de sesión, prestando mi guitarra a una gran variedad de artistas de todos los géneros. Esas incontables horas, a menudo tres sesiones de tres horas al día, fueron más que solo trabajo; fueron un crisol de creatividad, colaboración e inspiración incesante.

Se me pidió que creara y conjurara riffs y figuras líricas de inmediato sin disminuir el impulso del trabajo que se estaba grabando con los otros músicos y el artista.

Este viaje desde el anonimato del trabajo de sesión hasta los escenarios globales con Led Zeppelin no fue un camino pavimentado por algoritmos o conjuntos de datos. Fue un viaje marcado por la improvisación espontánea y la chispa incuantificable del ingenio humano. La alquimia que transformó un riff único en un himno quedó grabada en el alma colectiva de la banda, una sinergia que ninguna máquina puede emular.

Hoy, cuando la inteligencia artificial busca imitar y monetizar la creatividad, nos encontramos en una encrucijada. El arte y la música generados por IA, sintetizados a partir de obras humanas existentes, carecen de la esencia visceral que surge de la experiencia vivida. No son más que ecos huecos, carentes de las luchas, los triunfos y el alma que definen el verdadero arte.

Además, las implicaciones éticas son profundas. Cuando la IA explora el vasto tapiz de la creatividad humana para generar contenido, a menudo lo hace sin consentimiento, atribución o compensación. Esto no es innovación; es explotación.

Si, durante mis días de sesión, alguien hubiera tomado mis riffs sin reconocerlo ni pagarme, se habría considerado un robo. El mismo criterio debe aplicarse a AI.

Debemos promover políticas que protejan a los artistas, garantizando que su trabajo no se desvíe al vacío del aprendizaje automático sin el debido respeto. Celebremos y preservemos el toque humano en el arte: las imperfecciones, las emociones, las historias detrás de cada nota y cadencia.

Al defender la santidad de la creatividad humana frente a la invasión de la IA, no solo salvaguardamos los derechos de los artistas, sino también el alma misma de nuestro patrimonio cultural. Sin embargo, hoy el gobierno del Reino Unido propone cambios que despojarían a los creadores de esta protección. En virtud del proyecto de ley sobre datos (uso y acceso), las empresas de IA podrían tomar obras, pasadas y futuras, y utilizarlas como datos de entrenamiento sin consentimiento ni pago. Estos modelos digieren enormes cantidades de contenido creado por humanos y luego generan imitaciones, eludiendo los derechos de los creadores originales.

El sistema de ‘exclusión voluntaria’ propuesto por el gobierno —la idea de que los artistas siempre estarán en posición de reservar sus derechos de manera preventiva— es una farsa. Es técnicamente imposible que los artistas opten por no participar. La consulta del gobierno termina hoy, pero debemos ser claros: esto no es una regulación; es un pase libre para que la IA explote la creatividad sin consecuencias. Debemos impulsar una legislación que garantice que la IA no pueda monetizar la creatividad humana sin el consentimiento explícito y una compensación justa. La opción preferida por el gobierno en su consulta actual no lo hace.

La música no es un producto de datos. Es una evocación, un desafío a la lógica, una colisión de tiempo, lugar y alma. Si permitimos que la IA se apropie del corazón de la creatividad humana, no estamos marcando el comienzo de una nueva era audaz, sino firmando la sentencia de muerte de la originalidad misma.

La elección es nuestra. ¿Dejaremos que las máquinas tomen el escenario o lucharemos por la magia irreemplazable del arte humano?», concluyó Jimmy Page.

 

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