El metal ha marcado la vida de millones en todo el mundo durante más de 50 años. En sus inicios, muchos lo tacharon de «música de tarro» e incluso lo asociaron con lo satánico, pero hoy ha alcanzado un estatus completamente distinto.
A medida que el género gana reconocimiento como una poderosa expresión artística y social, los prejuicios han quedado atrás. Surgido de la contracultura de los años setenta, el metal ha captado el interés de investigadores que estudian su impacto global, así como su complejidad estética, económica, cultural y antropológica. Su virtuosismo técnico, con composiciones elaboradas y solos de guitarra impresionantes, ha despertado el interés del ámbito académico, desmontando la idea de que es un simple estallido de locura.
Su complejidad instrumental, con solos virtuosos y estructuras avanzadas, ha llevado a su análisis dentro de la academia, dejando atrás los prejuicios. Jimi Hendrix, antes visto como un «hippie» del rock, hoy es considerado un innovador musical comparable a los grandes compositores clásicos.
Cristian Medel, profesor de la Universidad Mayor y director del documental Herreros, subraya esta evolución al afirmar que «artistas como Pink Floyd, Led Zeppelin, The Doors y Queen, que en su momento representaban la onda rock y psicodélica, hoy están inmortalizados como parte del repertorio de la música clásica». En la misma línea, agrega: «Freddie Mercury está a un nivel más o menos similar a Beethoven hoy día».
El death metal y su complejidad musical
El reconocimiento del metal en la academia también se refleja en estudios sobre su complejidad instrumental. El death metal, por ejemplo, destaca por su estructura avanzada, cambios de tempo inusuales y ejecución virtuosa, elementos que lo han convertido en objeto de análisis dentro de la teoría musical. Bandas icónicas como Cannibal Corpse y Suffocation han llevado este estilo a niveles técnicos impresionantes, combinando velocidad extrema con una composición meticulosa.
Pero el metal no solo se estudia por su técnica, sino también desde diversas disciplinas académicas. Investigadores han explorado su relación con la filosofía, la literatura y la historia. Bandas como Iron Maiden han referenciado obras literarias, mientras que el black metal noruego se ha vinculado a la mitología y la identidad cultural. Desde la sociología, el metal se ha analizado como una expresión de rebeldía, identidad juvenil y política. En el ámbito académico, universidades como Helsinki y Leeds han desarrollado cursos que investigan su impacto cultural y etnomusicológico.
En definitiva, el metal ha trascendido su origen contracultural y se ha consolidado como un objeto de estudio legítimo dentro de la academia. «El metal está instando a construir cultura», concluye Medel, destacando el desafío que representa para quienes buscan comprenderlo y estudiarlo en profundidad.
