Hay quienes dicen que la vida en la carretera es puro rock & roll, pero para Nita Strauss, su primera gira fue una verdadera prueba de fuego. Hoy es una guitarrista consagrada, con una década junto a Alice Cooper, una carrera solista en ascenso y el honor de ser la primera mujer con un modelo de guitarra propio en Ibanez. Pero todo eso no llegó de la nada. Antes de las luces y los grandes escenarios, hubo una etapa de sobrevivencia en la ruta.
De la Batalla de Bandas a una gira sin rumbo
Todo comenzó con su banda femenina, Lia-Fail, cuando Nita tenía solo 15 años. Ganaron una Batalla de Bandas y, como premio, consiguieron tocar en varias fechas del Warped Tour. Pero el verdadero desafío vino después: “En nuestra infinita sabiduría, pensamos: ‘Bueno, ya tomamos prestada una camioneta y un remolque; Deberíamos seguir y hacer nuestra propia gira’”, recordó.
Lo que parecía una gran idea pronto se convirtió en una experiencia extrema. Sin dinero, sin equipo y sin experiencia en la carretera, eran solo cuatro chicas peleando contra el cansancio y la incertidumbre. “No ganábamos dinero, teníamos hambre, sed y estábamos cansadas”, confesó. “Dos de las chicas tenían edad suficiente para conducir, así que se turnaban mientras las otras dos guiaban. Nos alimentamos con comida de gasolina, nos amontonábamos en habitaciones de hotel y hasta tuvimos que escapar de tornados”.
La experiencia más dura, pero inolvidable.
A pesar de todo, el guitarrista no se arrepiente: “Fue difícil, pero aún así es la experiencia más divertida que he tenido”. Sus padres siempre la apoyaron, aunque no todas corrieron con la misma suerte. “Los míos entendían la idea de pagar tus cuotas. Los de las otras chicas… ¡quizás un poco menos!”, contó entre risas.
Desde pequeña, la música fue su refugio y su forma de comunicarse. “Yo era terriblemente tímida. Era la chica que almorzaba sola en el colegio, tocando la guitarra en una esquina. No tuve novio hasta los 20. Pero cuando me subía a un escenario, todo cambiaba. La guitarra era mi forma de hablar, de expresar lo que no podía decir en una conversación normal”.
El lado oscuro de la escena
Sin embargo, el camino del rock también tiene sus sombras. Para una adolescente en la escena musical, la presión por encajar era real. “Nadie quería pasar tiempo con una chica de 15 años que recién llegaba, pero el alcohol era el ecualizador: ‘Sí, es joven, pero bebe, así que es cool’. Así fue como empecé a usar el alcohol como muleta durante tantos años”, confesó.
Hoy, con una carrera consolidada, Strauss dejó atrás esos días de supervivencia extrema. Su historia es un recordatorio de que el rock no es solo glamour y éxito, sino también sacrificio, aprendizaje y, muchas veces, resistencia pura.