Denis Villeneuve ya se ganó un lugar en la historia del cine. A través de películas como La llegada, Blade Runner 2049 o Duna, el director se transformó en un nombre obvio, sobre todo si se habla de ciencia-ficción; sin embargo, la prolijidad que muestran sus trabajos no es casualidad.
Es un hecho que todo cineasta tiene sus propias rutinas, y el canadiense no es la excepción, contando con una especial regla, especialmente relacionada a los tiempos que vivimos.
La preocupación de Villeneuve
Conversando conLos Angeles Times para un perfil sobre su trayectoria y procesos creativos, Villeneuve expresó su inquietud sobre cómo “los seres humanos estamos gobernados por algoritmos en este momento”.
“Nos comportamos como circuitos de inteligencia artificial. Nuestra forma de ver el mundo es binaria y estrecha de miras. Nos estamos desconectando unos de otros y la sociedad se está desmoronando en algunos aspectos. Es aterrador”, afirmó.
Así, este discurso es una de las cosas que lo han llevado a prohibir los teléfonos en los sets de las películas en las que está trabajando: “El cine es un acto de presencia”, comentó Denis.
“Cuando un pintor pinta, tiene que estar absolutamente concentrado en el color que está poniendo en el lienzo. Lo mismo ocurre con el bailarín cuando hace un gesto. Con un cineasta, tienes que hacer eso con un equipo, y todos tienen que concentrarse y estar completamente en el presente, escuchándose unos a otros, estando en relación unos con otros. Por eso, los teléfonos móviles también están prohibidos en mi plató, desde el primer día. Está prohibido. Cuando dices corten, no quieres que alguien vaya a su teléfono para mirar su cuenta de Facebook», detalló.
Pese a eso, Villeneuve está consciente de que es difícil ignorar el celular, y de acuerdo a Los Angeles Times, él mismo miraba el suyo cuando decía eso. No obstante, Denis Villeneuve reconoció que «hay algo adictivo en el hecho de que puedas acceder a cualquier información, cualquier canción, cualquier libro» desde la palma de tu mano.
“Es compulsivo, es como una droga. Tengo muchas ganas de desconectarme. Sería aire fresco”, afirmó el realizador de cine de 57 años.
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