ENTREVISTAS

José Ignacio Valenzuela: “Me ha tocado pelear mucho por conseguir lo que tengo, por tener los derechos que no tenía”

Desde los obstáculos y prejuicios de la adopción homoparental; y de la respuesta a los comentarios de la Ministra de la Mujer Antonia Orellana. Conversamos en #FuturoPSP con José Ignacio “Chascas” Valenzuela.

José Ignacio Valenzuela
Radio Futuro

Del libro “Gente como yo”, que cuenta el proceso y los obstáculos y prejuicios de la adopción homoparental; y de la respuesta a los comentarios de la Ministra de la Mujer Antonia Orellana, conversamos en Palabras Sacan Palabras con el escritor, que acaba de aterrizar en Chile, José Ignacio “Chascas” Valenzuela.

¿Hace cuanto no venías a Chile?

Para empezar, me perdí. Es impresionante. Hace casi 5 años no venía. Es impresionante como ha cambiado la ciudad, el aeropuerto. Para bien, claro.

¿Pudiste hablar con gente o salir a la calle? ¿Cómo has notado el clima social?

Al clima social le puedo tomar temperatura a través de las redes, las radios. Está super crispado, pero está igual en todo el mundo. En Estados Unidos está que revienta. Mira cómo están en Francia.

¿Pudiste venir con tu hija Leonora?

No, tuve que venir solo porque me toca hacer gira por mi libro.

¿Es la primera vez que la dejas?

No es la primera vez. La echo de menos, soy muy mamón. Tenemos rituales. Ella los viernes va a la biblioteca del colegio y pide libros en francés para que yo se los lea el fin de semana. No me gusta perderme esos rituales.

¿Cómo fue la experiencia de armar tu historia con algo que no es tu historia? ¿Cómo fue el feedback?

El libro cuenta la historia de amor de dos hombres, pero lo que más me ha sorprendido es que, en general, el comentario es de mucha gente heterosexual que no sabía que pasaban estas cosas. Que había que enfrentar tantas batallas. Que había que pelear por derechos que parecen básicos. Me dicen que terminan indignados por eso. Me encanta que de alguna manera el libro permite eso. Porque es algo de lo que vale la pena indignarse.

¿Cómo fue la experiencia de optar a un vientre subrogado que provocó el encuentro con la ministra de la mujer?

Te hace cuestionar un montón de cosas. Si estarías dispuesto a tener un niño con necesidades especiales, con VIH o con una operación necesaria para un niño más. Hay un salto en el corazón que te hace decir que sí, inmediatamente, pero también hay una neurona que te dice “¿por qué tengo que tener un niño enfermo?” Y eso te hace sentir pésimo contigo mismo. Es un proceso que te enfrenta permanentemente con tus propios demonios y que te pone a prueba respecto a ti mismo y con tu pareja. En mi mente, siempre como escritor decía que no se me tenía que olvidar esto, para poder exorcizarlo después escribiendo.

¿Se tensionó mucho la relación por este proceso?

Con Anthony llevamos más de 20 años. Nos conocemos hasta los suspiros, así que no. Pero entiendo por qué muchas parejas no sobreviven estos temas. Parejas que lleven menos tiempo juntos pueden no soportarlo.

¿Cómo fue el encontrón de la ministra?

Soy una persona que siempre termina opinando de las cosas que me afectan, que son siempre los mismos temas, porque me ha tocado pelear mucho por conseguir lo que tengo, por tener los derechos que no tenía. Eso siempre me pone en una posición de que la gente me conteste y me da lo mismo. Pero hubo un día, para el cumpleaños de mi hija, que me metí a Twitter y tenía cientos de mensajes de un odio virulento, agresivo. De “compraguaguas” para abajo. Diciéndome que ojalá que se muriera mi hija por comprarla. Algo había gatillado esta ola atípica y me empecé a preguntar qué pasó, qué dije. Y de pronto vi la frase de la ministra. Quiero ser muy honesto. Yo estoy de acuerdo al 99% con las palabras de la ministra, porque una desregulación de este proceso puede producir los problemas que menciona. Pero me parece violento tratarlo como “comprar una guagua”. Uno tiene que hacerse cargo de las cosas que dices, sobre todo si eres la autoridad de un país.

¿Te chocó que fuera una ministra de un gobierno progresista?

Me parece lamentable, pero no me dolió. No pasa por ahí. Pasa por el hecho de que una autoridad. Quiero creer que esas palabras buscaban crear un diálogo, pero una frase como esa cierra cualquier diálogo. Es una frase cargada de prejuicios, dañina. Ella está avalando de alguna manera que la gente me diga que se me muera mi hija y otros mensajes.

¿Recibiste alguna respuesta, alguna disculpa?

No, nada. Me recordó a cuando Jacqueline Van Rysselbeerghe una vez dijo que las parejas homosexuales eran violentas, drogadictas. Yo le respondí y la invité a mi casa y estuve todo el día explicándole porqué no podía decir esto, porque detrás de esto hay personas que se suicidan, que no pueden vivir en paz por un entorno que no los apoya. No me interesa trascender con esto. Lo que sí, si la ministra necesita mi apoyo o mi ayuda para generar un inicio de conversación respecto a legislar para que se haga de forma responsable, aquí estoy. Una de las razones por las cuales no recurrimos a un vientre subrogado aquí en Latinoamérica es porque no tuvimos ninguna garantía. En Estados Unidos tuve reuniones con los abogados de la gestante, revisando toda la información. No había ninguna forma de pensar que había una vulneración de derechos o que se arrepintiera.


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