ENTREVISTAS

Guillermo Larraín: «No todo está en la Constitución y no todo es culpa de la Constitución»

Del equilibrio entre Estado y mercado, habla el libro “La estabilidad del contrato social en Chile”, del economista Guillermo Larraín.

Guillermo Larrain
Agencia UNO

El estallido social de 2019 mostró que el contrato social, ese conjunto de reglas escritas y simbólicas que regulan la convivencia, estaba en crisis. El proceso, en marcha, de escribir una nueva Constitución es uno de los caminos para enfrentar la fragilidad política actual y avanzar hacia una nueva forma de relación común.

Cómo el país llegó a esta encrucijada y cómo logra un mejor equilibrio entre Estado y mercado, y entre poder y participación, es lo que recoge el libro “La estabilidad del contrato social en Chile”, del economista y exsuperintendente de Pensiones y de Valores, Guillermo Larraín que conversó con Palabras Sacan Palabras.

Palabras de Guillermo Larraín

«Hay un contrato social que surge después de la Dictadura, cuando teníamos un país clamando por volver a la normalidad, a la paz. Pero en ese ámbito de la organización de la economía estaban ocurriendo cosas importantes. Había hiperinflación y una crisis gigantesca. Y había una lógica en los países desarrollados de darle una oportunidad al mercado».
«Chile se adaptó a eso y se fue adaptando porque no habían otras alternativas. El sueño de la meritocracia le estaba llegando a muchas personas. Chile vivió un período muy largo, donde esa forma de entender la organización social y política le hacía sentido. Pero con una forma de distribución muy restrictiva que se nota a partir del año 2000. Las posiciones se fueron radicalizando y terminamos en el estallido social del 2019».

Movimientos sociales

«Es interesante mirar las cifras de movimientos sociales, con diversos movimientos: huelgas, movilizaciones. Todo eso explota cuando vuelve la democracia con demandas y deseos de participación reprimidos en la Dictadura. Eso disminuye hasta el 2005 cuando se ve un incremento sustantivo en todo tipo de manifestación social. Primero fueron los secundarios, los universitarios, Patagonia sin represas, feministas, no más AFP. Cada una de esas razones era cada vez más fuerte. En torno al 2005 el hito importante era la Constitución que cambio varias cosas, pero no cambio el binominal».

«El exceso de veto de la derecha tampoco se pudo cambiar. Poco antes del 2003 se produce el rechazo de la derecha al fondo solidario del Auge. Por ahí empieza a fraguarse el combustible que iba a detonar dos décadas después.
Hay cosas que se mezclan, agendas que se cohesionan. Es un momento el 2019 de una gran crisis. El gran logro del acuerdo del 15 de noviembre logró encaminar ese gran momento de enorme frustración y descontento».

«En crisis florecen demandas que existían pero que no habían tenido un protagonismo en años anteriores, como el movimiento indígena. Y ahí se suma. Y algo tiene que ver lo que pasó con el asesinato de Catrillanca y la Operación Huracán, que fueron agregando razones para que el mundo indígena se sumara».

Constitución

«El cambio en la Constitución está bien para canalizar una conversación que tiene que ser mucho más profunda. La Constitución puede cambiar muchas cosas, pero no todas. Eso no quiere decir que vayamos a cambiar nuestra forma espontánea de relacionarnos. No todo está en la Constitución y no todo es culpa de la Constitución.
El libro se empezó a escribir el 2015, siendo yo presidente del Banco Estado y reaccione a lo que el Gobierno planteó sobre no querer decir como fuera la nueva Constitución. Eso dejó abierta la carta de juego a cualquier cosa. Y eso generó incertidumbre en el empresariado».

«Este es un libro muy académico. Le dedique 5 años. Nos falta legitimidad en nuestras instituciones que tiene que ver, en parte, con el origen de la Constitución y que nunca nos hemos hecho cargo de cosas que han sido importantes. El tema más claro hoy es el del mundo indígena y sus reclamos de reconocimiento político. Eso no lo hicimos. Estaba en todos los programas presidenciales. Eso no lo hemos sabido enfrentar. Necesitamos un contrato social que sea inclusivo y que respete a las personas y les dé cabida para que vaya evolucionando».

Régimen político

«El régimen político en Chile, es ultra concentrado. El primer gabinete del presidente Piñera tenía una cultura muy parecida, y a ese tipo de estructura política le cuesta mucho entender las sensibilidades y necesidades de un pueblo distinto a las élites que las gobiernan. Eso viene de la Constitución de 1833. Pero hemos hecho poco por diversificar».

«El problema del cuarto retiro, cuando el año pasado el Gobierno diseña las políticas para reaccionar frente a la pandemia, no se da cuenta que los instrumentos que tienes son solo para los más pobres, pero que la clase media estaba afuera. Los elementos políticos de clase media son muy débiles. La política social estaba pensada para ayudar a los más pobres y las clases medias quedan en descampado. Eso ocurrió con los diseños iniciales del IFE. De ahí se generó una tensión, una demanda por recursos muy fuerte, y la forma que tuvo el sistema político de reaccionar fueron los sucesivos retiros. Eso generó una inercia de demanda por transferencia que es muy difícil de parar, sobre todo en un año de elecciones. Estoy en contra del cuarto retiro porque es una mala política, porque llegó tarde. Estamos pagando las consecuencias de ese sistema político desvinculado de esa sociedad que tiene que gobernar».


Contenido patrocinado

Compartir