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RESEÑA // «McCartney 3, 2, 1»: canciones, revelaciones y amor por la música

El nuevo documental con Paul McCartney, compartiendo recuerdos y anécdotas de su carrera junto con explorar pistas en estudio, emociona hasta lo medular.

McCartney 3 2 1

¿Qué puede tener de nuevo un documental de Paul McCartney? Siendo francos, el músico ha sido franco a la hora de mantener una narrativa coherente en el recuerdo colectivo de su rol en The Beatles y su camino como solista. Antes, se creía que no había forma de sacar a Macca de libreto. Pero el último par de décadas se le ha visto más distendido y nutriendo su relato de una inusitada emoción. Esta característica es troncal a la hora de exponerse a “McCartney  3 2 1”, la nueva serie documental de Hulu, de ,omento solo disponible en Estados Unidos.

Con seis partes de media hora cada una, vemos a sir Paul conversar largo y tendido con Rick Rubin, uno de los productores más relevantes de las últimas tres décadas. En un set que asemeja un estudio de grabación, ambos alrededor de una mesa de sonido antigua, disecando pistas de The Beatles, Wings y solistas. Los vemos a ambos conversar en blanco y negro, sobrio y elegante, con imágenes de archivo intercaladas a vivo color. Sí, hay bastantes guiños visuales al pasado en “McCartney 3 2 1”, pero como pocas veces. Estas imágenes de los Beatles presentándose en televisión las vemos coloreadas y brillantes, casi como si se hubiesen registrado tan solo ayer.

Lo mismo pasa con la exploración profunda en las pistas originales de clásicos de los Beatles. Y acá Rick Rubin es clave para abordarlo. El productor no se pasa de listo en ningún momento, no busca arrinconar con preguntas incómodas a sir Paul; el preguntar las cosas que un colega periodista simplemente no sería capaz de abordar. Y en ese sentido, su papel es similar al que tuvo Jools Holland en la serie de entrevistas a Paul, George y Ringo para “The Beatles Anthology”. Rubin actúa como un representante de nosotros, los fans, maravillándose con detalles, guiños y sorpresas.

Cosas como el riff de George Harrison que armó la intro de “And I Love Her”, la guitarra rítmica de John Lennon en “All My Loving”; el bajo con distorsión con el que Paul McCartney lo cambia todo en “While My Guitar Gently Weeps”; el solo de trompeta en “Penny Lane”; los distintos kics de guitarra de Macca en “Maybe I’m Amazed”. Esos son algunos de los momentos que de seguro leíste en libros y viste en otras producciones; pero el testimonio de uno de sus protagonistas le da un valor agregado insuperable, y es como si te enteraras recién. Magia pura al servicio de nuestra memoria emotiva.

Lo que importa en “McCartney 3 2 1” es el cómo. Sir Paul lo cuenta con una soltura y relajo de alguien que aún se fascina por descubrir y asombrarse. De alguien que no exuda arrogancia. De esos que siguen siendo fans tanto como nosotros. La historia tiene muchas capas y siempre hay algo que te puede sorprender y sientas lo mismo que cuando eras un niño leyendo libros de la banda y escuchando esos especiales en la radio mientras empezabas a coleccionar su música en cassettes.

Esas canciones que son capaces de sacarnos más de una lágrima de emoción si nos pillan desprevenidos. Escuchar esos guiños y pedacitos que quedaron fuera de una mezcla final. Los cierres desarmados de algo que quedó perfecto en fade out. Y el detalle de que el presente fuese blanco y negro y el pasado coloreado, como si fuesen los recuerdos reales de quien nos lo cuenta en seis capítulos de media hora. Esta para repetírselo lo antes posible. Y para poner siempre en condiciones óptimas. Verlo en la pantalla más grande que puedas, con el mejor sistema de sonido que tengas a mano. Para ponerse cómodos reencarnándose con la mejor de todas las historias. Las de las canciones de un tipo que cambio nuestras vidas para siempre.


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