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JJOO: Emoción, tradición, tecnología y drones alumbran la ceremonia inaugural

La tradición, el recuerdo de las víctimas por el COVID-19 y los drones alumbraron la inauguración de los Juegos Olímpicos celebrada en el Estadio Olímpico de Tokio, en una ceremonia ante solo mil invitados.

Juegos Olimpicos Ceremonia

La tradición, el recuerdo de las víctimas por el COVID-19, los drones y la música de ‘Imagine’ de John Lennon; han alumbrado la inauguración de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020; celebrada en el Estadio Olímpico de Tokio, en una ceremonia ante tan solo 1.000 invitados.

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«Hoy es un día de esperanza. Es muy diferente a lo que habíamos imaginado, pero valoremos este momento porque estamos aquí. Este es el poder unificador del deporte. Podemos estar aquí gracias al pueblo japonés y a los héroes anónimos que contribuyen a contener la pandemia», manifestó el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach.

El aranque de la inauguración de los JJOO

Bach dio la bienvenida al Equipo de Refugiados a la «familia olímpica» y recordó las secuelas del coronavirus. «Siempre somos más fuertes juntos. Solo podemos ir más rápido, apuntar más alto y ser más fuertes si nos mantenemos juntos. La pandemia nos obligó a estar separados de nuestros seres queridos. Esta separación hizo que el túnel fuera más oscuro. La llama olímpica hace que esta luz brille más que nunca», apuntó en la inaugguración de los JJOO.

La presidenta del Comité Organizador de los JJOO Tokio 2020, Hashimoto Seiko; agradeció también el «duro trabajo» para que se celebren los Juegos después de que la movimiento olímpico afrontara uno de sus «mayores desafíos». «Las esperanzas han sido unidas por muchas manos del mundo entero. Los atletas siempre habéis creído en vosotros mismos, y ahora es el momento de mostrar el poder del deporte. Haremos todo lo posible para que los Juegos sean una fuente de orgullo para las generaciones venideras», apuntó.

En un despliegue que combinó el respeto por la tradición, el color de los fuegos artificiales y el liderazgo tecnológico de Japón, la entrada de la bandera del país anfitrión ante un templo sucedió a una representación de atletas que se entrenaban en una cinta de correr o una bicicleta indoor simulando los problemas que han tenido los deportistas de los 205 comités olímpicos para preparar los ‘Juegos de la esperanza’ ante la pandemia.

La cantante Misia, con un vestido con los colores olímpicos, llenó con su interpretación del himno nacional nipón el silencio de un graderío para 68.000 espectadores, y ocupado tan solo ese millar de invitados, encabezados por el emperador Naruhito y el presidente del COI, Thomas Bach.

Sensibilidad en apertura de los Juegos Olímpicos

Los aros olímpicos fabricados con la madera de los árboles que germinaron con las semillas sembradas en Tokio 1964, que simbolizan el legado y la sostenibilidad que pregona el movimiento olímpico, ocuparon el ‘escenario’ del estadio previo al desfile de una representación de los 11.274 deportistas que disputarán los Juegos.

Como es tradicional Grecia, la ‘cuna’ de los Juegos, fue el primer país en desfilar -siguiendo el orden del alfabeto nipón- antes que lo hicieran el Equipo Olímpico de Refugiados, una animosa delegación argentina y el Comité Olímpico Ruso, con su numerosa representación sin su bandera por el ‘dopaje de Estado’.

Tras el desfile, el cielo de Tokio lo ocuparon 1.824 drones para dibujar el emblema de los Juegos, que mudó en el planeta Tierra para sobrevolar el estadio mientras sonaban los acordes del tema universal ‘Imagine’ de John Lennon interpretado por varios artistas, entre otros, el español Alejandro Sanz.

Pocos después del himno olímpico en los JJOO se desveló la última incógnita de la ceremonia: la tenista Naomi Osaka fue la portadora del último relevo y trasladó el fuego de la ‘flor de cerezo’ de la antorcha prendido en la antigua Olimpia hasta el pebetero del estadio, una esfera que encarna vitalidad y esperanza.

Este fuego sagrado alumbró los Juegos de Tokio 2020, los de la pandemia, del 8K y el 5G, los más televisivos, aplazados un año en el calendario por el COVID-19, la plaga que convirtió el planeta en un páramo inerte y que ahora pretenden insuflarle esperanza para salir (aún) de las tinieblas.


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