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«Amor, adiós»: Mario Gutiérrez y la huella indeleble de un sonido hecho en Chile

A los 71 años murió el guitarrista y fundador de Los Ángeles Negros.

Mrio Gutiérrez

Sólo cuatro notas bastaron para definir un sonido, un estilo y un género musical que en Chile se conoció como la “música cebolla”, donde Los Ángeles Negros fueron sus principales exponentes.

El comienzo de ‘Y volveré’ contiene ese ADN de la música chilena con denominación de origen en San Carlos, región de Ñuble. Probablemente el comienzo de ‘El rock del mundial’ de Los Ramblers y el arranque de ‘La voz de los 80’ de los Prisioneros contienen algo similar, pero a diferencia de estos dos ejemplos, Los Ángeles Negros dieron inicio a una corriente musical que llegó hasta el corazón de Ciudad México, pasando por las venas de Argentina, Perú, Ecuador, Colombia y buena parte de Centroamérica.

Esas simples cuatro notas tienen el nombre de Mario Gutiérrez, el hombre que impulsó la idea de fusiona boleros con un sonido que algo lo acercara al rock más eléctrico de finales de los 60. Desde su natal San Carlos y junto a su amigo Germain de la Fuente (la voz de Los Ángeles Negros) diseñaron una parte de ese sonido; la otra parte se terminó de ensamblar en la capital con la llegada de los nuevos integrantes Jorge González (órgano), Nano Concha (bajo) y Luis Ortiz (batería), todos músicos de sesión quienes literalmente se conocieron en el estudio de la EMI, en calle San Antonio. Eran los que faltaban para iniciar el viaje de nuestras primeras estrella del pop a nivel regional.

De San Carlos a México y el mundo

Fue un “boom”, una explosión como nunca se había dado. América se rendía a los pies del sonido de Los Ángeles Negro, sin embargo acá, no saldrán del encasillamiento peyorativo que los tuvo por décadas y que incluso, los hizo alejarse de esta tierra, obvio, eran más queridos en México donde Mario Gutiérrez echó raíces parta instalarse, vivir y morir en el país que más cariño y respeto le dio.

En el documental de Los Ángeles Negros (Pachi Bustos y Jorge Leiva, 2007) se puede ver cómo fueron sus pares, muchos años después, quienes dieron el respeto y valor que realmente se merecía su música. Un desfile que va de los hermanos Duran (Los Bunkers), Álvaro Henríquez, Jorge González e incluso los Beastie Boys, se sumaron al respeto que se les debía. Una base funcky/rockera que se entrelaza con la guitarra de Gutiérrez, siempre respetuosa, de forma pulcra, sencilla y única. Son pocas notas, pero ¿quién necesita más si con eso basta?

Se ha ido un verdadero héroe de la guitarra nacional, se ha ido Mario Gutiérrez el creador de un sonido que se esparció por todo el continente y que a regañadientes dejó de ser ese “placer culpable” para ser reconocido sencillamente por su calidad, porque al final del día y cómo dice Jorge González en el documental: “¿Qué es esa wea de placer culpable? Te gusta o no te gusta”, y sí, nos gusta mucho la música de Los Ángeles Negros y la guitarra eterna de Mario Gutiérrez.


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