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Viaje al centro de tu casa: cómo ahorrar en electricidad y otros consejos para aprovechar en cuarentena

Identifica cuáles son los puntos débiles y fuertes de tu hogar y cómo pueden contribuir a mejorar tu bienestar y el de tu familia.

casa cuarentena

Identifica cuáles son los puntos débiles y fuertes de tu hogar y cómo pueden contribuir a mejorar tu bienestar y el de tu familia.

Por ElPais.com

De repente, un extraño virus se ha colado en nuestra vida y se ha apoderado de nuestras rutinas. Nos obliga a permanecer en casa y nos condiciona la forma de trabajar, de relacionarnos, de disfrutar de nuestro tiempo de ocio. Eso si somos personas afortunadas, si es que no ha desbaratado nuestra estabilidad laboral, ha atacado nuestra propia salud o, en el peor de los casos, la de algún ser querido que no ha podido superar la enfermedad.

Casa: nuestra segunda piel

Afrontemos como afrontemos cada uno de nosotros esta crisis, y nos afecte como nos afecte, hay algo que nos une: debemos limitar nuestros movimientos al mínimo y permanecer lo máximo posible en nuestras casas. Según la Organización Mundial de la Salud, las personas pasamos de media entre un 80% y un 90% de nuestro tiempo dentro de un edificio (ya sea nuestra vivienda, un hospital o cualquier espacio con cuatro paredes y un techo). Durante estas semanas de confinamiento ese porcentaje estará rozando el 100%.

Este enclaustramiento forzoso nos ofrece, sin embargo, aspectos positivos, como tener más tiempo para conocernos mejor a nosotros mismos, relacionarnos más con las personas con las que convivimos (si es el caso) y, ¿por qué no?, aprovechar para conocer mejor nuestra vivienda y entender cómo funciona.

Por eso, al margen de nuestra situación personal mientras dure esta pandemia, proponemos valorar el aquí y ahora. Tomar consciencia del edificio que nos arropa. Esa segunda piel protectora de los seres humanos que nos da cobijo y nos protege del frío y del calor, y de contagios indeseados…

¿Estás ahora en tu casa? No importa si eres propietario o inquilino en régimen de alquiler. Te invitamos a hacer un recorrido guiado con los cinco sentidos por tu hogar, por diferentes aspectos de tu vivienda para ayudarte a detectar sus puntos fuertes y débiles y descubrir cómo tu casa puede contribuir a mejorar tu bienestar y el de tu familia. En definitiva, ayudarte a habitarla de forma consciente y a entender sus defectos y virtudes para sacarle el mejor partido posible. Desde esta percepción de nuestra vivienda, podemos prestar atención a diferentes aspectos, como si de una visita guiada se tratara. Aquí te proponemos hacer 7 paradas en ese recorrido.

1. El aire que respiramos dentro de casa

Relájate. Respira hondo. ¿Cómo es el aire en el interior de tu vivienda? Abre la ventana y compara con lo que podemos respirar estos días en el exterior. La OMS alerta de que nueve de cada diez personas en todo el mundo respiran aire contaminado, pero algunos estudios señalan que la concentración de partículas contaminantes puede ser de dos a cinco veces mayor en el interior de un edificio que en el exterior. Más aún en estos días de confinamiento en casa en los que la calidad del aire de nuestras ciudades es mucho mejor que la habitual. La calidad del aire que respiramos en un ambiente cerrado depende del CO2 que emitimos al respirar o sudar, pero también de las partículas que emiten nuestras paredes, suelos e incluso nuestros muebles. Algunas de estas partículas que provienen de barnices, pinturas y adhesivos, llamadas compuestos orgánicos volátiles (COV) son perjudiciales para la salud, así que la próxima vez que pienses pintar una habitación, cambiar el suelo o comprar un mueble nuevo, asegúrate de pedir materiales libres de COV.

Para garantizarnos una buena calidad de aire en el interior de casa es importante ventilar a diario. Si nuestra casa tiene fachadas con distintas orientaciones, o dispone de un patio y abrimos varias ventanas a la vez, lo haremos de manera rápida y eficaz: ventajas de la ventilación cruzada. La mala ventilación, sumada a la descompensación térmica, las cargas electromagnéticas y las partículas y vapores de origen químico en suspensión que circulan en el aire pueden generar molestias propias de lo que la OMS definió como Síndrome del Edificio Enfermo, que afecta a un 30% del parque edificado.

2. La temperatura justa para estar bien

Volvamos a centrarnos en nuestra experiencia personal. ¿Estás a gusto? ¿Notas demasiado frío o calor? ¿Hay demasiada humedad? ¿El movimiento del aire es agradable? Hablamos del confort térmico. La temperatura a la que nos encontramos bien varía según la edad, el sexo de las personas, nuestro nivel de actividad y, por supuesto, de la ropa que llevemos puesta, pero mantener una casa a 20 ºC en invierno y no más de 25 ºC en verano se considera adecuado para alcanzar el confort térmico. Si la temperatura no es la adecuada, trata de identificar la causa. Puedes tocar con la palma de la mano las paredes que dan a exterior, ¿están más frías o se mantienen a la misma temperatura que las paredes interiores?

La mayor parte de los problemas en cuanto al confort térmico tienen que ver con un mal aislamiento de la vivienda. Y es que el 51% de las viviendas principales en España fueron construidas antes de 1979. Es decir, antes de que la normativa nos obligara a construir con algunos criterios de eficiencia energética, como aislar paredes y cubiertas. Quizá sea buen momento para plantearse algún proyecto de futuro, como abordar una rehabilitación energética de tu vivienda.

3. Eficiencia en los consumos

En los hogares españoles la calefacción representa el 47% de la energía consumida. Al igual que ocurre en nuestro cuerpo, si hace frío lo más adecuado sería abrigarnos bien, ponernos abrigo, gorro y guantes. Tomar una sopa caliente solo templaría nuestro cuerpo por unos minutos, pero el calor escaparía rápidamente si no estamos abrigados. Lo mismo ocurre en un edificio si enchufamos calefactores eléctricos o encendemos la calefacción a tope pero contamos con un mal aislamiento. Además de afectar a nuestro confort, un mal aislamiento tiene un reflejo claro en la factura energética.

Tras la calefacción, los electrodomésticos y el agua caliente sanitaria son los mayores consumidores de energía en el hogar. ¿Sabes cuál es la letra, de la A a la G, que se recoge en el certificado de eficiencia energética de tu vivienda? ¿Te fijas en el detalle de tus facturas de suministros? ¿Conoces el origen de la fuente de energía que consumes? ¿En qué porcentaje procede de fuentes renovables? ¿Te has planteado apostar por el autoconsumo? Por otro lado, ¿utilizas regletas para evitar el stand by de los aparatos eléctricos? Según el Centro Nacional de Educación Ambiental (CENEAM), utilizar regletas, apagar el router wifi o la televisión cuando no se utilicen puede ahorrar hasta un 15% de energía. Por su parte, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) señala que reemplazar los electrodomésticos A por A+++ reduce a la mitad el consumo de energía, por no hablar de las bombillas LED, mucho más eficientes que las bombillas de filamentos y con 8 veces más vida útil.

La eficiencia en los consumos energéticos es un aspecto vital de tu vivienda y, por suerte, cada vez es más fácil conocerla e ir mejorándola poco a poco.

Conoce bien cómo funciona el sistema de climatización de tu casa, tanto de calefacción como de refrigeración. Si utilizas caldera, comprueba si esta mantiene la presión adecuada en el circuito, si los radiadores están bien llenos, si la temperatura del termostato es adecuada… Conocer bien lo que tienes y detectar posibles problemas es el primer paso para abordar después las soluciones.

4. Escucha

Ahora cierra los ojos y escucha por unos segundos. Llegamos al territorio del confort acústico. ¿Sospechas que tu vecino sufre algún tipo de sordera cada vez que enciende la tele? ¿Oyes el taconeo de los de arriba cuando bailan? ¿Pasa cerca de tu casa una calle o carretera muy transitada? Quizá durante estos días estás agradeciendo la pausa en los desplazamientos… En cualquier caso, si hay ruidos incómodos, trata de identificar la fuente. La falta de confort acústico suele ser una de las principales causas de problemas en las comunidades de vecinos, y muchas veces suele solucionarse de forma amistosa. Si esto no funciona y ya no quieres usar más tapones para los oídos, quizá habría que plantearse el aislamiento acústico de tu vivienda, tanto al ruido aéreo que nos llega por ventanas y paredes, como el de impacto que causa tu vecino al bailar. Además, este aislamiento acústico en muchas ocasiones coincidirá con el térmico, y nos permitirá matar dos pájaros de un tiro.

5. Hágase la luz

Abre bien los ojos, observa tu alrededor y valora cómo es la iluminación del espacio que habitas. Estos días de confinamiento también nos sirven para valorar la calidad de la iluminación natural. Saber en cada momento si es de día o de noche, incluso el color de la luz es fundamental para mantener nuestros biorritmos, rendir más en nuestras horas de actividad y dormir mejor en las horas de descanso. Si puedes elegir, busca espacios con luz norte para trabajar y evitarás deslumbramiento en la pantalla del ordenador. Para las horas de descanso, nada mejor en estos días que una luz sur u oeste cálida y que invita a relajarse. Si no dispones de suficiente luz natural, compleméntalo con una adecuada luz artificial. Hoy en día, existen sistemas de iluminación muy eficientes (LED) que reproducen cualquier temperatura de color, fría o cálida para ayudarnos a activarnos o desactivarnos. Disponer de distintos niveles de iluminación en una habitación (luces indirectas, flexos, luces de ambiente, etc.) nos permite utilizar el espacio de una manera más flexible. El confort visual influye más de lo que pensamos en nuestro bienestar e incluye aspectos de decoración y de orden en casa: aprovecha la cuarentena para practicar el método Marie Kondo.

6. Cada gota cuenta

Nos paramos a pensar ahora en el aspecto vital por excelencia: el agua. ¿Sabes por dónde circula el agua en tu vivienda? Ahora que estamos lavándonos las manos con más frecuencia, ¿cierras bien el grifo cuando terminas? Y mientras te cepillas los dientes o friegas los platos, ¿tienes cuidado para no dejar el grifo abierto? “Tantas horas en casa me han servido para descubrir que el grifo del baño gotea”, comentaba el otro día en una reunión virtual Dolores Huerta, arquitecta y secretaria técnica de Green Building Council España (GBCe).

Y tú, ¿te has fijado en si algún grifo gotea? ¿Te duchas o te das un baño? ¿Reutilizas agua para regar las plantas? ¿Los radiadores están bien llenos y la presión de la caldera es la adecuada? Ahora es también un buen momento para hacer realizar esas comprobaciones, revisar nuestros hábitos y aplicar medidas para hacer un consumo responsable de los recursos hídricos.

7. Tejiendo sociedad

Si algo está consiguiendo esta crisis del coronavirus es cambiar nuestra forma de relacionarnos, entre los miembros de la familia con la que compartimos cuarentena y entre los vecinos de la calle o el barrio. En tu propia casa, ¿te has planteado qué estancia ocupa el centro de las relaciones interpersonales? ¿Todo gira en torno a la mesa de la cocina? ¿O quizá en torno a la televisión? ¿Habéis habilitado un espacio para hacer ejercicio cada mañana o habéis tenido que improvisar zonas de trabajo? El diseño de los espacios en una vivienda condiciona las relaciones humanas que van a tener lugar dentro de ella. Además, tiene que ser flexible para adaptarse a las distintas circunstancias de la vida, incluso estas tan extrañas que nos ha tocado vivir.

Lo mismo ocurre con los aspectos sociales más allá de las paredes de nuestra casa. La disposición de nuestra vivienda, ¿favorece la relación con nuestros vecinos? ¿Podemos salir al balcón, aplaudir juntos a las 20 horas y, aunque sea en la distancia, vernos las caras y compartir esa sensación de comunidad? ¿Se facilita la creación de redes vecinales para hacerle llegar la compra a las personas mayores que no deberían salir de casa?

Ahora somos más conscientes que nunca de que necesitamos contacto real. Son tiempos de cuidar las relaciones humanas, de apoyo mutuo y de mucha conciencia. Pero, ahora que la situación nos impone parar y no tenemos más remedio que permanecer en casa, también es momento de reconciliarnos con ella, verle lo positivo y descubrir que quizá, lo que nos hace felices está más cerca de lo que pensamos.


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