Editorial de Freddy Stock, viernes 18 de mayo.
Quo vadis?… La creencia cristiana dice que el año 64, y luego de que el emperador Nerón iniciara una persecución contra los cristianos, Pedro arrancó de Roma pero en el camino se encontró con Cristo y entonces el apóstol le preguntó: “Quo vadis Domine” (¿Adónde vas, Señor?) a lo que su líder le respondió, “Voy hacia Roma para ser crucificado de nuevo”. Avergonzado por su cobardía, Pedro volvió a Roma y ahí murió también crucificado.
Y, ahora, esa es la pregunta del momento no sólo en el mundo cristiano sino en todos los que vemos en la Iglesia Católica a un atávico poder político y social. Quo vadis, Iglesia chilena? Nadie lo sabe, luego de la renuncia de su treintena de obispos y la implacable carta que el Papa Francisco les entregó en Roma y que con misterio vaticano fue filtrada al ex canal de la propia Iglesia. En ella, Bergoglio escapa a las metáforas para decirles a los obispos chilenos que el pecado se volvió “su centro de atención” luego de, “la dolorosa y vergonzosa constatación de abusos sexuales a menores, de abusos de poder y de conciencia por parte de ministros de la Iglesia, así como la forma en que estas situaciones han sido abordadas, deja en evidencia este cambio de centro”.
Los acusó de haber formado una elite con “espiritualidades narcisistas y autoritarias”, de “inmorales” a los que se confiaron menores de edad, de estar perplejo y avergonzado por esto y de haber constatado de que, “en el caso de muchos abusadores, se detectaron ya graves problemas en ellos en su etapa de formación en el seminario o noviciado. Constan las actas de la Misión especial graves acusaciones contra algunos obispos o superiores, que habrían confiado dichas instituciones educativas a sacerdotes sospechosos de homosexualidad activa”.
Quo vadis, señores de la Iglesia? Es una pregunta que aún tiene un camino sin un norte claro…