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Editorial de Freddy Stock, viernes 04 de diciembre.

Scott Weiland era un atormentado… En su vida, en sus canciones, el líder de Stone Temple Pilots y de Velvet Revolver plasmó esa oscuridad que logró transformar en piezas ya notables del rock, esa oscuridad que –también- terminó por destruirlo por completo. Los de pensamiento liviano, los que usan el argumento siempre imbécil de la estigmatización –como escuchamos en la reciente campaña del Senda- leerán en la partida de Weiland a otra víctima del rock.

Pero, la verdad, es que Weiland fue otra víctima que cayó bajo el foco de exposición que ya ha aplastado a artistas, deportistas, poetas, pensadores, científicos, políticos. La autodestrucción no es propiedad de un solo oficio. El desamparo no sabe de edades ni colores ni profesiones. La soledad puede estar en tu hogar, en tu mente, en tus días y noches. A Scott Weiland la sorprendió arriba de un bus, en plena gira con su banda. Laborando como un trabajador del rock y yéndose de este mundo como tantos que no pudieron luchar contra los peores fantasmas…


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