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«Karma» de Egregor: Culpas superadas con melodías

egregor banda web
Comentamos el primer LP de la banda nacional.

Por Javier Sandoval

El hecho de poder plasmar atmósferas, estados de ánimo y conceptos a través de la música es algo grandioso, y más si una banda logra concretarlo en su primer trabajo de larga duración. Pese a ser un desafío bastante complicado, los ariqueños de Egregor lograron demostrar con Karma –su primer disco de estudio– que todas esas horas de esfuerzo, trabajo y ensayo valieron más que la pena, dado que el resultado fue un álbum ambicioso y cargado de detalles, sustentado por la calidad musical con que fue ejecutado.

Con una duración de 45 minutos, el disco que fue grabado y mezclado por el guitarrista del conjunto, Richard Iturra, tiene como línea conceptual la superación de todos los problemas y culpas internas que nos atormentan. Lamentos que nos mantienen encerrados en una crisálida, de la que sólo podemos escapar y alzar nuestras alas por medio de nuestra propia fuerza de voluntad.

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Karma posee canciones firmes, pero que no inhiben el estilo ecléctico con tintes de metal progresivo de Egregor, tales como “Metamorfosis” o “Shunyata”, en donde destaca tanto el consistente trabajo de Alejandro Heredia en el bajo como el vaivén entre potencia y armonía en las guitarras de Iturra y Giancarlo Nattino.

Por su parte, otras composiciones como “Karma” o “Ritual” experimentan con sonidos andinos y tribales gracias a la incorporación de charangos, quenas y zampoñas, además de percusiones africanas que acompañan el correcto desempeño de Carlos Hidalgo en la batería. Las letras de dichos temas son el vivo reflejo del LP: historias de dos actos que llegan a su fin junto a las malas energías que angustian al protagonista.

“Máscara”, el octavo track, merece una mención aparte. A gusto personal es lo mejor de Karma. Esto no es solamente por el gran entusiasmo con que canta Magdalena Opazo, también lo es porque resume completamente la esencia del disco: quiebres, sentimientos, detalles y metáforas.

Tal vez, tomando en cuenta las aptitudes mostradas en el LP, no sería mala idea jugar más con temas instrumentales como “Awen”. Quizás una intro y un outro para darle mucho más ambiente y destacar más los significados. De todas formas, los mismos músicos saben que pueden dar más, lo que no significa que el trabajo realizado esté malo, sino que son conscientes que dormirse en los laureles es un error.

El primer paso de Egregor es esperanzador en vistas al futuro. Un recorrido conceptual que abarca 45 minutos de energía ecléctica que se disfruta el doble si se escucha en compañía de audífonos. Para los ariqueños, las ganas y el esfuerzo previo al disco fueron la fuerza necesaria para no sufrir karma alguno.


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