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Editorial de Freddy Stock, viernes 15 de mayo.

The King is gone… Doblado sobre su guitarra, el rostro en un rictus de dolor o placer, quién sabe. Los dedos gordos, enormes, mágicos, buscando el alma en una nota. En la nota precisa, en la llaga de lo que se siente y de lo que se celebra. B.B. King se fue de este mundo, el Rey partió, nos dejó. Tenía 89 años y cuentan que se marchó en un sueño, casi como se iba de este mundo cuando el blues lo transportaba.

BB King no sólo dejó canciones y técnicas que influenciaron a miles con su guitarra. Esa manera inconfundible, por ejemplo, de localizar el vibrato, de tocar lento porque un buen guitarrista es quien sabe alargar los momentos con intensidad y no esos que parecen acróbatas de circo como tantos que se consideran virtuosos.

BB King también dejó el legado del encuentro racial, del músico que saltó de los campos de algodón a los escenarios magníficos. Saltó de la pobreza y la discriminación, al status de un ídolo virtuoso que fue entronizado como el Rey del Blues. Y aquí, en este ejemplo de BB King, descansa todo el poder del rock como movimiento político, el más importante del Occidente de post guerra, el que cambió mentalidades y sembró horizontes más amplios.

The King is gone. Lo despedimos en un homenaje de agradecimiento y recuerdos cantados en un blues…


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