Michel Jorratt
Editorial de Freddy Stock, lunes 18 de mayo.

Un mes… Eso duró en su puesto el director del Servicio de Impuestos Internos: 34 días. Tras gastar dinero en su elección por medio de la Alta Dirección Pública, pasó lo que era obvio que tenía que ocurrir: la presencia de Michel Jorratt a la cabeza del Servicio se hizo insostenible tras conocerse sus vínculos laborales entre 2012 y 2013 con Giorgio Martelli.

¿Por qué tuvo que llegarse a este punto? ¿Quién no leyó o no quiso leer la realidad política que vive el país antes de ser ratificado por la Presidenta? ¿Ella, sus asesores, su pasado ministro de Hacienda? Porque, claro está, las condiciones profesionales de Michel Jorratt son intachables con un pasado de más de una década en el propio Servicio de Impuestos Internos. Pero en medio del debate de la transparencia y ante los propios anuncios de la Presidenta a todo el país enarbolando las banderas de la igualdad ante la ley y el fin de las prerrogativas a unos pocos, el nombramiento de Jorratt era –a todas luces- una contradicción a su discurso.

El Servicio de Impuestos internos ha tenido un comportamiento más que cuestionable, digamos extraño, ante el caso SQM. La demora de sus querellas, los alegatos al respecto del Ministerio Público, las versiones de prensa que hablaron de presiones de los ex ministros Rodrigo Peñailillo y Alberto Arenas contra Jorratt para favorecer estas demoras; la propia obligación de Jorratt de inhabilitarse ante un caso que quedaría en manos de subalternos; su cercanía política más que cercana con el Gobierno . Todo indicaba que en este contexto nunca debió ser confirmado en la cabeza de Impuestos Internos. Pero no. Alguien falló, alguien no leyó bien o –quizás-nuevamente la Presidenta no le hizo caso a ese primer impulso que tantas veces le ha dicho A pero ella decide por la letra B…


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