MALDITO ROCK AND ROLL

Los Prisioneros y «La Voz De Los 80»: himnos, singles y rock

Lanzado el 13 de diciembre de 1984, el debut de Jorge González, Miguel Tapia y Claudio Narea es uno de los fundamentales del rock chileno.

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El jueves 13 de diciembre de 1984, la disquería Fusión inauguró su sello propio editando mil copias del primer cassette de una banda de la que, más allá de círculos universitarios, nadie había escuchado antes. Tenía diez canciones, cinco por lado, y solo lo podías encontrar en esa tienda en Providencia. Un tiraje que no tuvo mayor expectativa; y que fue necesario para darle el puntapié inicial a una aventura que, con el correr de los años; todo Chile conocería muy bien. Ese cassette era “La Voz De Los 80”, el disco debut de Los Prisioneros.

Parece el argumento del primer acto de cualquier biopic musical, pero fue lo que; casi silenciosamente, se vivió hace 37 años. De todas maneras, el correr de los meses hizo lo suyo con la colección de canciones que Jorge González, Miguel Tapia y Claudio Narea presentaron desde San Miguel para Chile. Y para el mundo. Canalizando muchas cosas distintas. Urgencia, adolescencia, actitud, desahogo, ganchos irresistibles; y canciones que, independiente de si te gustan o no, se inscribieron para siempre en el cancionero del rock nacional. Y no solo eso, ayudaron a darle un nuevo sentido.

Si Los Jaivas nos enseñaron a hacer viajar nuestras mentes, y Violeta Parra con Víctor Jara a descubrir nuestras raíces y amar lo propio, Los Prisioneros nos dieron una lección que nunca debemos olvidar: resumir un mundo entero en tres minutos y medio. Condensar voces e ideas en canciones inolvidables, de esas que nos quitan la palabra de la boca y hablan por ti, por mí y por todos nosotros.

En “La Voz De Los 80” se escuchan por igual a The Clash y a la radio AM con la que generaciones completas se criaron en Chile. Bee Gees mezclado con Raphael, The Beatles con ska y reggae, Camilo Sesto con The Cars. Es la juguera de la diversidad de la música canalizada en himnos que se tocan con guitarra, bajo y batería. Como en los viejos tiempos. Como siempre ha sido. Y como siempre resultará.

Recorrer el disco de principio a fin es casi repasar un compilado de grandes éxitos. Casi todos los tracks han brillado por cuenta propia. “La Voz De Los 80”, abriendo el álbum, funciona desde el primer segundo. Adiós, barreras. Adiós, setentas. Ya viene la fuerza. Un ímpetu que se convierte en evocaciones de fiestas en las que no siempre se es ganador con “Brigada De Negro” y se transforma en un ska agudo y punzante con la perfecta “Latinoamérica Es Un Pueblo Al Sur De Estados Unidos”, en la que González utiliza mucho de la imaginería de Florcita Motuda para un relato que es una foto precisa de nuestro continente, hasta nuestros días.

El paso de “Eve-Evelyn” nos lleva a “Sexo”, con sus dardos contra la entretención fácil, que décadas después se convierte en otras cosas, siempre con una secuencia de acordes demasiado irresistible para dejarla pasar. Hasta que se termina el lado A del cassette y nos queda una mitad que seguirá dando que hablar.

Y qué mejor que con otra muestra de humor de adolescentes despiertos en “¿Quién Mató A Marylin?”, escrita por González y Tapia, los amigos que se mostraban discos después de clases, con una sencilla combinación de La-Re-Mi. El caso de “Paramar”, una de las favoritas de su autor, es digno de mencionar. Jorge González cristalizó algo tan elemental como el fracaso amoroso de la mayoría de los jóvenes en una declaración de principios que parece haber sido escrita ayer, al igual que la que le sigue, la poderosa “No Necesitamos Banderas”. Poderosa porque no necesitas un riff pesado para clavar el despojo de ideologías, filiaciones, sermones y fronteras.

El apunte que hacen Los Prisioneros en “Mentalidad Televisiva” nos llega a todos: el quiebre de una relación por culpa de la TV, un vicio que tenemos desde que nos acordamos. Y el cierre del cassette te invita a darlo vuelta y disfrutarlo de nuevo. “Nunca Quedas Mal Con Nadie” funciona tanto como crítica a la moral del canto nuevo como a la de las estrellas acomodadas que tienen el poder de su lado y no incomodan. Esos que no son “puntudos”, las malas copias de gringo hippie, los que vendieron su guitarra al aplauso de los cursis conscientes,  los que pretenden pelear pero que solo son una “mierda buena onda”. Habla por sí solo.

No hay momentos bajos en los 40 minutos y 22 segundos que dura “La Voz De Los 80”. Nada de añejo, sino vigente. No parece algo del pasado, sino que de nuestros días. Sigue vivo, y sigue estando en el olimpo de lo nuestro. Para tocarlo una y otra vez, sin aburrirnos y reconociéndonos en él.


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