Editorial de Freddy Stock, lunes 15 de septiembre.
Nicolás Eyzaguirre, el “Zelig”, ataca otra vez… Nos referimos a esa capacidad del ministro de Educación de convertirse en “Zelig”, es decir, de adoptar las formas y pensamientos de quienes lo rodean o entrevistan. Al igual que el personaje inventado por Woody Allen que tenía esta increíble aptitud camaleónica, Eyzaguirre pareciera conducir una Reforma Educacional con rostros que se van definiendo según la ocasión, rumbos que se van tomando dependiendo de quién sopla más fuerte al lado del atribulado ministro, nuestro “Zelig”…
Ayer, luego del tradicional Te Deum Evangélico, Nicolás Eyzaguirre se puso confesional, se echó al bolsillo 200 años de conquistas republicanas, de libertades conseguidas por los próceres del laicismo chileno. Nicolás Eyzaguirre dijo valorar “muchísimo” el acto evangélico y expresó que para él, el Estado debe apoyar de igual forma la Educación, “si es laica, católica, adventista o evangélica».
O sea, como lo pensaría el más ultramontano del siglo XIX, el ministro Eyzaguirre considera que el laicismo es otra religión, otra manera de pensamiento similar al de un culto específico. ¿Qué dirían ante esta osadía de un ministro de Educación, los forjadores del laicismo chileno?¿Qué le responderían José Victorino Lastarria, Francisco Bilbao o Valentín Letelier? Aquellos que nos enseñaron que no podía haber República si su educación no era considerada laica, entendiendo al laicismo como aquella postura que garantiza la libertad de conciencia más allá de las imposiciones morales o de religiones específicas.
El laicismo no está contra de la religión porque tampoco lo es. Es el respeto a la libre elección de las ideas, de los pensamientos, de las creencias. Por eso, los Estados republicanos son laicos. Y, por eso, su educación pública lo debe ser. Aunque para el ministro Nicolás Eyzaguirre, nuestro “Zelig”, laicismo, catolicismo o protestantismo sean todo una misma carbonada ecuménica… Bienvenidos a Palabras sacan Palabras.