EL DIARIO DE ZE CARLOS

Mundial del Rock, la historia secreta

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Por Carlos Costas (Zé Carlos)

10/06/2014

Era una idea que veníamos amasando hacía rato. Tratamos de implementarla para Sudáfrica 2010, pero nos pilló el tiempo y por eso decidimos tomarnos en serio el desafío para este Mundial que comenzará en dos días más cuando el japonés Yuichi Nishimura marque el pitazo inicial del partido entre Brasil y Croacia.

Mientras escribo estas líneas, Pink Floyd asegura el tercer lugar del Mundial del Rock Futuro 2014 frente a Queen. La clasificación de Iron Maiden a la final contra Led Zeppelin fue de infarto, pero al margen de las ubicaciones definitivas que los cuatro semifinalistas hayan sido grupos británicos nos aporta un dato interesante.

Personalmente, esperaba más del desempeño de AC/DC, Metallica, Pearl Jam y The Doors pero tampoco pierdo de vista que el Mundial del Rock fue un juego, una manera lúdica de esperar el verdadero Mundial. Honestamente, prefiero hacer la previa viendo como las bandas que nos gustan miden fuerzas que seguir majadereando con la rodilla de Arturo Vidal.

Los primeros borradores de nuestro Mundial del Rock fueron con papel y lápiz, adaptando el fixture de la Copa del Mundo y tratando de respetar toda la nomenclatura asociada a un certamen de estas características: cabezas de serie, grupos, octavos de final, diferencia de goles se transformaron, estas últimas semanas, en jerga habitual en los estudios de Futuro, incluso entre los menos futboleros del equipo. Les puedo asegurar que en la Radio del Rock tenemos compañeros que son incapaces de nombrar a 10 equipos de nuestra primera división y la regla del offside es para ellos un misterio insondable.

Aunque en el colegio era un intolerante con quienes no gustaban del fútbol, la vida me enseñó a ser un poco más civilizado. El aporte de Héctor Muñoz, nuestro community manager y editor web fue clave para sacar esta idea adelante. Pancho Sepúlveda y Rodrigo Ulloa son “juguito de pelota” igual que yo y se sumaron de inmediato a esta “pelotudez”. Nuestros conductores y los compañeros del área digital nos apoyaron en un proyecto que despertó simpatías e incomprensión.

¿Faltaron bandas? Sí. Yo habría clasificado a Motörhead, a Ramones y algún otro grupo progresivo. Si todavía estamos aquí para Rusia 2018 prometemos eliminatorias. También comprendo el fastidio de quienes interpretaron que nuestra propuesta era hacer pelear a las bandas como una manera de demostrar la superioridad de una sobre otra. Nunca lo pensamos así. Obviamente nos interesaba la participación de ustedes y los más de 15 mil usuarios registrados sólo para marcar sus preferencias demuestran que todo esto fue una manera de entretenernos con algo asociado al rock.

De niño lo único que me interesaba era el fútbol, también me gustaba leer un poco de historia. Saber de los romanos, la Edad Media, la Segunda Guerra Mundial y la cultura inca me mantenía ocupado en años en que uno debía inventarse maneras para no aburrirse. Dibujaba goles en cuadernos, tenía otros cuadernos donde dibujaba los uniformes de equipos de otros países y también me inventaba campeonatos con estadísticas y todo. Hasta el día de hoy conservo una serie que publicó el diario Las Últimas Noticias y que heredé de un primo mayor con la historia de Pelé en historieta. Esto es primera vez que lo cuento públicamente. Hasta ahora sólo lo sabían mis padres y hermanos, que eran testigos de cómo me pasaba las tardes en mi época de mayor fiebre futbolera. Ni siquiera mis amigos de niñez sabían de esta estupidez, porque igual tenía algún sentido del ridículo y me daba vergüenza compartir con ellos este juego secreto. Bueno, la historia es así: como tenía muchísimas láminas repetidas de los álbumes de fútbol del torneo nacional y de los mundiales me inventaba unos campeonatos que trataré de explicarles de la manera más simple y resumida.

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Cada país o equipo tenía un capitán. Los torneos podían ser todos contra todos o en modalidad de grupos y luego llaves de eliminación directa. El resto de los monitos se iban a una bolsa plástica que servía de tómbola. Una vez que yo definía los emparejamientos (todo esto de guata en el suelo) echaba a correr mi cronómetro durante 2 ó 3 minutos que era lo que duraban los duelos. De la bolsa iba sacando láminas, y cada una de ellas era un gol. Lo más ridículo del caso es que además relataba los goles como si estuviera transmitiendo en la radio, atendía los llamados de la “alarma de gol”, daba pases a otros estadios, apuntes del desarrollo de los partidos y llevaba registro de los puntos, campañas y goleadores. Una vez que terminaban los juegos, todos los datos se iban a un cuaderno y así llevaba los puntajes que definían al campeón de cada certamen. Me la pasaba chancho. Era un juego entretenido, pero injusto. Había equipos que tenían más láminas que otras y además siempre me las arreglaba para echarle una manito a la Unión Española que en esos años andaba a los tumbos. En estas competencias que me inventaba para pasar la tarde, México nunca tuvo un papel muy destacado, pero cada gol de Leonardo Cuéllar lo celebraba como el mejor. Sinceramente no podía entender que alguien tuviera esa pinta. En las calles del Santiago ochentero todos los hombres mayores vestían de gris e iban con el pelo corto. Hoy me entero que es el actual entrenador de la selección mexicana de fútbol femenino. Gracias Cuéllar por cada uno de tus goles que alegraron mis tardes de infancia.

¿Entienden ahora por qué hicimos el Mundial del Rock?

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