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Por Carlos Costas (Zé Carlos)

27/06/2014

Bien castigado Luis Suárez. Nada que discutir sobre las 9 fechas de suspensión. Los cuatro meses fuera de la actividad son desproporcionados porque atentan contra su derecho a trabajar, pero su agresión contra el defensa Giorgio Chiellini fue una pelotudez y una demostración más de la nula capacidad que el gran jugador uruguayo tiene para controlar la ira y sus instintos más primarios. Perjudicó a sus compañeros, a su entrenador. Para ser más rimbombante aún, perjudicó a su país. Mordió en forma vulgar a un compañero de profesión y lo que es peor demostró que es un cabeza dura que no aprendió nada de sanciones anteriores por esa misma falta siendo jugador de Ajax y Liverpool.

Y eso que aquí no vamos a referirnos al castigo que le impuso la Premier League por sus expresiones racistas en contra de Patrice Evra, que es algo bastante más grave y revela también una mentalidad prejuiciosa y subdesarrollada.

No se puede negar que la cultura futbolística en Argentina y Uruguay es infinitamente superior a la nuestra. Grandes escritores como Osvaldo Soriano, Eduardo Galeano, Roberto Fontanarrosa y muchos otros han retratado de forma magistral ese inagotable universo de historias, personajes y experiencias que nacen a partir de una pelota y todo cuanto pueda rodearla.

El fútbol es una metáfora de la vida. El fútbol tiene poesía, nace en barrios pobres y es la mayoría de las veces la única forma de sortear una vida de carencias y penurias. Tal como dice en su letra, aquel famoso tango, cuando habla de gambetear a la pobreza.

Saben jugar al fútbol, saben transmitir la pasión que genera, lo viven intensamente y entienden su mística de camisetas, sudor, banderas, potrero y cantos de estadio. En Chile siempre hemos estado expuestos a la influencia rioplatense. Con cosas muy positivas como ha sido contar con técnicos de lujo, léase Bielsa y Sampaoli; además de extraordinarios jugadores entre los que destaco a Sergio Díaz, al Tano Novello y a la Vieja Reinoso para no nombrar a los mismos de siempre: José Manuel Moreno, Marcelo Espina, Sergio Vargas y Leo Rodríguez.

luis suarez mordida a italiano

Pero estar tan cerca también nos ha hecho copiar su indeseable cultura de las barras bravas, con esa organización mafiosa, prepotente y ese accionar delictual con el que intimidan a pequeños comerciantes e inocentes transeúntes. También son parte de esta fauna empresarios de jugadores y chantas diversos que porque alguna vez se tomaron un café con Bielsa y/o jugaron en las inferiores de River Plate o Chacarita Juniors aparecen por nuestras canchas dictando cátedra.

Crear ídolos, endiosarlos y “bancarlos a muerte” es otra de las costumbres de nuestros amigos trasandinos y charrúas. Ellos tienen sus cofradías, no tienen asco en acomodar a la parentela y realmente creen que siempre se impone el que grita más fuerte, pone huevos y derrocha pasión.

En los años 70 nuestros iluminados dirigentes empezaron a responsabilizar al público de nuestros sucesivos fracasos deportivos. Se decía que el problema del hincha chileno era su frialdad porque no presionaba, ni apretaba a los rivales como ocurría cuando nuestros equipos iban a Buenos Aires o Montevideo. Así nacieron las primeras barras organizadas, con apoyo de estos genios que decretaron la muerte de una cultura amable y amistosa que sabía respetar al rival y que en su idiosincrasia entendía que ir al estadio era una manera de entretenerse, pasar un buen rato y ver fútbol.

Con su verso privilegiado, sus buenas plumas lo que viene ahora sobre el caso de Luisito es la reivindicación del héroe caído. Encontrar razón en la sinrazón de la violencia torpe y absurda. Se hablará de la conspiración digitada en los pasillos de la poderosa y corrupta FIFA en contra del país pequeño, honesto y rebelde. De la épica del castigado. Del juramento de vengar al compañero en desgracia. De la incomprendida lucha de los que siempre van de frente. Nacerá un nuevo mito.

Porque La Mano de Dios puede ser una linda leyenda, decorada por una entendible aspiración reivindicatoria después de esa dolorosa experiencia de las Malvinas, pero ese gol fue para decirlo claro: una simple y vulgar trampa. Los poetas del fútbol lo transformaron en acción de arte y la gran mayoría se lo tragó.

No voy a  defender a los ingleses. Menos a la FIFA. Maradona se encargó en ese mismo partido en el estadio Azteca de ponerlos de rodillas con su obra maestra, pero ya basta de justificar todo con la picardía, la viveza criolla, la pasión y el verso.

luis suarez mordida 03

El fútbol tiene mil aristas y recovecos que es mejor ni conocer para no perderle el cariño y respeto que podemos sentir por él. Muchas veces comparto con quienes piensan que es el opio del pueblo, pero en su estado más puro sigue siendo un juego maravilloso. Es lógico y hasta científico, pero también es un arte impredecible como la mejor aventura y esas cosas lindas e inesperadas que nos regala la vida.

Con el castigo ya decretado, ahora escucho al presidente Pepe Mujica conversando telefónicamente con Maradona y el relator Víctor Hugo Morales en un programa de la cadena Telesur.  “Lleva la rebeldía y los dolores de los que vienen de abajo, esta gente no entiende nada”, dice el venerable mandatario. Habla bonito Mujica, pero su lírica no aplica porque pobreza no es sinónimo de violencia y canibalismo. Agregaba Mujica que Uruguay es mal negocio para la FIFA porque ellos son apenas 3 millones de personas, porque los derechos televisivos son un moco de pavo y porque lo de Suárez es, según él, una pasada de cuenta por haber vencido a Inglaterra e Italia y por la guita que perdieron los malos de esta película dejando fuera de escena a dos enormes mercados futbolísticos.

OK y entonces hace 4 años cuando en Sudáfrica el mundo se rindió al fútbol, la fuerza y la garra de los charrúas, y además la FIFA eligió a Forlán como el mejor del torneo, Blatter y su cáfila eran blancas palomas.

El fútbol es un deporte de roce, de fuerza, pero no de brutos. Ese partido con Italia lo ganaron bien. A la uruguaya con un gol de espalda, faltando poco para el final, pero todo lo que se ha dicho para justificar al gran goleador es una cortina de humo.

Aprendí de niño que uno se podía pelear a combos y a las patadas. Los rasguños, tironeadas de pelo y las mordidas eran cosa de niñas y pido perdón si ofendo a alguien con este asomo machista. No olvidemos que hace algunos años en un Boca-River el Muñeco Gallardo fue rebautizado como “La Gata” después de arañar al arquero Abbondanzieri.

Suárez se va del Mundial por bruto y da lástima porque es un jugadorazo.

Todo lo demás es verso, puro verso, tal como se llama una estupenda y recomendable librería de Montevideo.

PD: Poco antes de despachar este texto se conoce el mensaje de Giorgio Chiellini. Dice el jugador de Juventus que la sanción fue “excesiva” como ya señalábamos al comienzo de esta crónica. Es de esperar que este mensaje del agredido en esta historia sirva también de lección a Suárez.

Dentro de mí no hay un sentimiento de alegría, ni de venganza ni de rabia contra Luis Suárez por el incidente que ocurrió y terminó en el campo. Sólo tengo rabia y desilusión por el partido perdido.

En estos momentos, mi único pensamiento es para Luis y su familia, porque se encuentran afrontando un período muy difícil.

Siempre he considerado como algo inequívoco las medidas disciplinarias por parte de los órganos competentes, sin embargo, al mismo tiempo creo que la sanción impuesta es excesiva. Espero sinceramente que se le permita, al menos, estar cerca de sus compañeros de equipo durante los partidos, porque esta prohibición es realmente desesperante para un jugador.


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