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The Beatles: El “Álbum Blanco”, 45 años – Parte 2

john ringo album blanco web
En su mes aniversario, repasamos su proceso de grabación.

El 22 de noviembre de 1968, se lanzó un álbum doble de portada blanca, con una inscripción transparente que decía “The Beatles”. Era el primer disco homónimo que lanzaban, y la culminación de un proceso que los tuvo al menos medio año ocupados en los estudios de la EMI ubicados en Abbey Road.

Radio Futuro dedica todo el mes al aniversario número 45 del “Álbum Blanco” de los Beatles. Durante estas semanas, desmenuzaremos cada uno de los tracks, recorriendo el calendario de 1968.

Ob la di Ob la da (3-5, 8-9, 11, 15 julio)

Los Beatles pasaron una semana completa de julio del 68 tratando de grabar Ob-la-di Ob-la-da, y al final querían matarse entre sí. Lennon la odiaba, desde el principio; Harrison quería fugarse del estudio y McCartney nunca quedó conforme con su sonido. Paul la había ideado como un single, pero el resto mandó al diablo su perfeccionismo: cuarenta y dos horas de cinta grabada para una simple cancioncita eran sido demasiado.

Revolution (9-12 julio)

Lennon tenía tan claro que Revolution debía ser un single que estuvo dispuesto a regrabarlo a mediados de julio, cuando los otros rechazaron la primera versión. Y cortó por lo sano: nada de mensajes ambiguos, ni de estar “dentro” o “fuera”… La nueva Revolution era un mensaje antiviolencia justo cuando, a su alrededor, todo se radicalizaba. Atacado por todos lados, acabaría por arrepentirse de su osadía; pero el tiempo le daría la razón.

Cry baby cry (15-16, 18 julio)

La atmósfera dentro de Abbey Road se había vuelto lo bastante densa y siniestra a mitad de julio para producir algo como Cry Baby Cry… Iniciada cuando las interminables sesiones de  Ob-la-di Ob-la-da llegaban a su fin, Lennon había iniciado su canción como parodia de un anuncio comercial, pero pronto derivó a una oscura rima infantil digna de Lewis Carroll. Mientras, en la cabina de grabación, el ingeniero Geoff Emerick había tenido suficiente con tanta mala onda. Les dijo que renunciaba, se paró y se fue.

Helter Skelter (18 julio/9-10 septiembre)

Si Cream, The Who y Hendrix podían subir el volumen y extenderse sin parar, por qué no The Beatles? La primera versión de Helter Skelter duraba casi media hora, con McCartney y la banda entregados a la fantasía y el vértigo de sonar fuerte… No era más que un juego de niños, como esos toboganes gigantes de feria a los que refiere el título de la canción: lanzarse de cabeza y a toda velocidad hacia el vacío. Explotar y quemarse la caída. Y aterrizar sano y salvo, a los pies de esa montaña, de ese monumento al ruido y al metal.

Sexy Sadie (19, 24 julio/31, 21 agosto)

Fue guitarreando con Yoko a su lado, que John se entusiasmó con la idea de rehacer “Maharishi”, la última de sus 11 canciones compuestas en la India. Escrita a propósito de los supuestos deslices del maestro con sus alumnas británicas, en realidad es una de los muchos alegatos de Lennon contra la autoridad. Uno que tuvo que reescribirse y cambiar de título a Sexy Sadie, cuando Harrison dijo que no aceptaría grabar la ofensiva versión original.

While my guitar gently weeps (25 julio/16 agosto/3-6 septiembre)

Concebida como una íntima balada en la India, While my guitar gently weeps se transformó al fin en pura épica cuando Harrison hizo lo impensable: invitar a Eric Clapton a grabar con los Beatles. Y no sólo eso. Además le cedió su solo de guitarra y la iniciativa… De pronto Clapton figuraba llevando al cuarteto a cumbres de, montañas de emoción, que ellos juraban haber dejado atrás, muy atrás.

Hey Jude (29-31 julio/1 agosto)

Fue a fines de julio y mientras manejaba su auto, que Paul comenzó a cantar “hey, Jules”. Él iba pensando en los malos ratos pasados por Julian, el hijo de Lennon, tras la separación de sus padres; pero una vez en el estudio -y ya convertida en Hey Jude-, John se convenció que el mensaje era para él. “No cargues el mundo sobre de tus hombros”, “no me decepciones”, “no te hagas mal”… Toma una canción triste, y vuélvela monumental. Convierte lo simple en algo inmenso, sin fin.


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