PUNTERO FANTASMA

Unión Española en África: «Sólo sabemos que son negros»

En julio de 1972 se jugó el primer partido entre un equipo chileno y un africano. En verdad fueron tres matchs sucesivos que enfrentaron a la selección de Zambia y la Unión Española.

(Una salvedad: en 1963, la U. de Chile ya había jugado en el Continente Negro. El cotejo se disputó en Casablanca, Marruecos, pero el rival no era africano sino el Botafogo brasileño; el Ballet Azul ganó 3 a 2).

La exótica e irrepetible gira de la UE a Zambia sólo fue confirmada días antes de la partida. A la sede de calle Carmen llegó un telegrama de Alfredo Asfura: “Confirmamos partidos en Lusaka, Kitwe y Livingstone. Stop. Partimos el 29”.

El “dirigente viajero” andaba por Europa intentando amarrar amistosos para hacer caja. Así fue como había asomado la suculenta oferta africana.

Efectivamente, el 29 de junio el plantel hispano abordó un avión de la aerolínea belga Sabena. Así lo relató revista Estadio, en una nota titulada “Sólo sabemos que son negros” (en la época el concepto “políticamente correcto” simplemente no existía): “Hubo jugadores que tuvieron que vacunarse contra la fiebre amarilla pocas horas antes de partir; otros que se quedaron sin uniforme (porque les quedó demasiado chico o demasiado grande) y faltaron corbatas para varios; a Fouillioux lo sacaron con fiebre de la cama para que se embarcara; un día antes no se sabía en qué línea aérea viajarían. Pero lo importante es que los jugadores lo tomaron filosóficamente y no salió una sola queja. ¿Entusiasmados con el viaje? – preguntamos. No. Solamente somos profesionales”.

El viaje tuvo más escalas que el Costanera Center: Buenos Aires, Dakar, Bruselas, Atenas, Johannesburgo, Blantyre (Malawi) y para llegar finalmente a Lusaka, la capital zambiana.

A su arribo, la delegación chilena se llevó una sorpresa. Importante productor de cobre, Zambia no era el chiquero que todos imaginaban. No había leones en las calles (que era lo que esperaban ver), así que debieron conformarse con admirar mandriles, monos y serpientes en un jardín botánico. Sí vieron muchos autos del año, “espléndidas carreteras con luz a mercurio”, chiquillas en minifalda y night clubs donde comieron carne hasta que se atoraron y desgustaron excelente cerveza. El invierno del sur africano, por cierto, era muy similar al chileno: el frío pilló mal preparados a los jugadores, quienes terminaron comprando abrigos en tiendas bastante caras.

Los resultados (dos empates y un triunfo de la Unión) fueron poco más que una anécdota. Al término del primer match, que acabó 1 a 1, el presidente zambiano Kenneth Kaunda declaró que Juan Olivares, el arquero chileno, “era un superhombre”. El mandatario -quien llevaba 8 años en el cargo y se quedaría ahí hasta su muerte en 1991- luego invitó a todo el plantel hispano a una opípara recepción en su propia casa.

De regreso a Santiago, el enviado especial Manuel Sepúlveda hizo un balance de la expedición. ¿Su conclusión? La misma que venimos escuchando hace medio siglo: el fútbol africano estaba por explotar. “De aquí a un breve tiempo cualquier cosa puede pasar con estos negritos. Poseen mucho material humano y una excepcional capacidad física; tienen escenarios deportivos de lujo y el gobierno ha dispuesto fondos especiales para que se trabaje a futuro. Con un poco más de técnica, pueden transformarse en grandes aspirantes. Es, como lo dijo su presidente en la recepción que ofreció a los viajeros, un país que está en la senda progresista y que, como el nuestro, se esfuerza diariamente por superarse”.

Fotos: revista Estadio.


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