MALDITO ROCK AND ROLL

RESEÑA // Foo Fighters: Gente común con instrumentos

Dave Grohl y compañía lo dieron todo en la Pista Atlética del Estadio Nacional.

Por Héctor Muñoz Tapia
Fotos: Juan Pablo Quiroz

Ya en el cierre de Lollapalooza Chile 2012 nos quedaba claro que Foo Fighters tiene porte de gigante sobre el escenario. El carisma de Dave Grohl, la entrega de la banda, el buen humor y los trucos para jugar con el público los teníamos como antecedentes al verlos por segunda vez en nuestro país. Esta vez, con su primer concierto propio en la Pista Atlética del Estadio Nacional.

Cerca de 20 mil fanáticos se acomodaron en el recinto con el correr de la tarde y vieron en la previa los sets de Los Mox y los británicos Kaiser Chiefs, que tocaron a plena luz del día. Había que esperar a que el sol bajara para que, sin ningún tipo de parafernalia, Dave Grohl llegara corriendo al escenario en forma de T, escudado por pantallas LED y juegos de luces, mientras la banda se acomodaba para dar inicio al que sería un largo show lleno de momentos de complicidad, cariño, in crescendos y rock a destajo. Fue ver al rock convertido en entretenimiento puro.

Hubo comunión total desde el primer segundo. Tras “This Is A Call”, el público le canta el cumpleaños feliz a Dave Grohl, quien esa noche tenía 46 años y un día.  Y Grohl sabe que el cariño debe ser correspondido y que se tiene que ganar. Desde el principio, mostrándose conmovido por el público “más loco” del año, asegurando que “cantan más fuerte que yo” y prometiendo que tocarían “hasta que ustedes quieran, o hasta que nos caigamos de exhaustos”.

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Los singles que Foo Fighters ha impuesto en el inconsciente rockero de las últimas 2 décadas fueron pasando uno tras otro. “Learning To Fly”, “Breakout”, “The Pretender”, “My Hero” y “I’ll Stick Around” tuvieron alargues para involucrar los coros de la gente, para hacerlos sentir presentes, objetivo logrado con creces. Luego, “In The Clear”, una de “Sonic Highways”, su nuevo disco, que solo tendría tres pasadas en todo el set. Y a la banda no le importa: las sabe integrar a un catálogo que ha sabido hacerse un espacio no menor en la memoria rockera.

Grohl y compañía saben cómo conquistar a la gente que tienen en frente. Una simple presentación de integrantes puede tener guiños al rock clásico y coronar con un Pat Smear inspirado rompiendo su guitarra a vista de todos. Un típico “olé olé olé, Chile, Chile” asomado mientras Grohl tocaba solo la ya veterana «Big Me» quedó convertido en versión a-la Foo Fighters, momento que prendió aún más los ánimos para «Monkey Wench», y el escenario se convirtió en una iglesia para “Congregation”, otra de “Sonic Highways” antes de emocionar con “Walk” del aplaudido “Wasting Light”.

Nadie podía prever que el íntimo momento acústico de Grohl con “Skin And Bones” y “Wheels” se convertiría en una sorpresa con “Times Like These” y el resto de la banda emergiendo desde un escenario en medio de la cancha. Sí, los Foo Fighters son de carne y hueso y proyectan ser como tú o como yo. Y sí, les gusta la misma música que a nosotros. En el pequeño y giratorio podio, se despacharon covers de Alice Cooper (“School’s Out”), Van halen (“Ain’t Talkin’ ‘Bout Love”), The Rolling Stones (“Miss You”), Queen (“Under Pressure”, con el baterista Taylor Hawkins haciéndolas de Freddie Mercury) y Cheap Trick (“Stiff Competition”, con Dave Grohl yendo a la batería). La mejor banda de versiones en el planeta.

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Las emociones seguían corriendo por cuenta de todos los presentes con lo prendido de “All My Life” y lo heroico de “These Days”, ya promediando las 2 horas y media de un show que no se detenía. El paso de “Outside” llevó a una de las más coreadas y participativas de la noche, “Best Of You”, momento en que Dave Grohl pone los pies en la tierra y da las gracias diciendo que no le gustan los bises. “Esta canción es nuestra forma de darles las gracias”, dice el líder antes de “Everlong” para cerrar un concierto de 29 temas en 2 horas y 50 minutos.

En su show en Chile, Foo Fighters nos hizo sentir especiales.  Quizás le digan lo mismo a los que vayan a verlos a Argentina, Brasil o Colombia en la gira por Sudamérica que comenzó acá. Pero eso no importa. Nos conquistan apelando a lo más esencial del ser humano: la empatía. Nos vimos reflejados en ellos. De seguro nos comportaríamos así si el destino nos colgara una guitarra y nos subiera a un escenario. Lo daríamos todo, como Dave Grohl y los suyos. Como si cada canción fuese la última de nuestras vidas.


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