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RESEÑA // Dios no está acá

recrucide largo
Patricio Jara comenta «Svpremacy», el nuevo disco de Recrucide.

Luego de un disco tan atronador como Blood Divine, los nacionales Recrucide la tenían difícil. Por un lado, y como ocurre siempre en estos casos, está el propio desarrollo de los músicos, con la natural evolución e intereses, mientras que, por el otro, el desafío de mantener la identidad de la banda a través de un sonido reconocible como base para un nuevo set de canciones. Tres años después, se confirma que la gracia no está necesariamente en optar hacia uno u otro camino, sino en ser capaces de mantener el equilibrio en una suerte de limbo, sin amarrarse a nada que no sea su propio instinto.

En ese sentido, Svpremacy (Australis Records, 2014) ofrece todo lo que puede esperarse del metal en estos días. Acá hay un esfuerzo constante y logrado por sorprender, por llevar el ingenio y la capacidad instrumental hacia delante y por sobre todo. Es su tercer trabajo de larga duración y de seguro estará en todos los recuentos de lo más destacado de este año.

Si Blood Divine sonaba compacto, como un murallón de buenos riffs, velocidad y peso organizados en ritmos y melodías muy trabajadas y novedosas, Svpremacy, aparte de ofrecer un sonido más depurado, como es lógico al paso del tiempo y a una mayor experiencia en el estudio, tiene muchas texturas; es un álbum de mayor predominancia instrumental y lleno de matices y contornos.

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¿Qué distingue a una banda death metal de otra death metal si ambas usan las mismas guitarras, los mismos amplificadores, los mismos cables, casi la misma afinación y graban en el mismo estudio y con la misma mano? Los detalles. Y si es verdad que el diablo está en los detalles, entonces Recrucide lo entendió muy bien. A veces es un blast beat o un redoble de bombo a toda velocidad en medio de un pasaje de guitarras lentas y pesadas (“Ritual”); un lead largo y sorpresivo y ochentero en medio del apaleo inmisericorde (“Uncontrolled”); el bajo sonando más arriba y haciendo figuras completamente distintas a la melodía principal (“Satanism”, “Be One of Us”) o bien la sutil aparición de algunas máquinas para dar un preciso y elegante toque industrial (“Obliteration”).

Dicen que tarde o temprano las influencias de los primeros años terminan aflorando en la vida de los músicos. Por eso no extraña que haya pasajes de Svpremacy que no se pueden definir de otro modo que derivados del hard rock y del heavy clásico. Si te criaste escuchando a AC/DC, a Van Halen y a Iron Maiden, y si refirmaste tus gustos con el Hell Awaits, luego con el Beneath de Remains y te reconciliaste con Machine Head al escuchar The Blackening, es inevitable que siempre haya algo de eso en lo que compones. En Svpremacy aquel factor está presente, sin duda, y le da realce. De seguro que muchos de su generación que escuchen este disco lo podrán notar. Svpremacy es, a fin de cuentas, de esa clase de discos que le puedes regalar a tu mejor amigo.

Desde el arte de la cubierta y el singular empaquetado (del tamaño de la caja de un DVD y con un librillo interior muy bien diseñado e ilustrado en beneficio del concepto: la supremacía de la muerte, la imposibilidad de escapar de las aves carroñeras ni de los gusanos ni de las moscas simbolizadas, más de una vez y con razón, en la iglesia), Recrucide advierte que trae algo distinto y que aquello va creciendo a medida que el disco avanza. A diferencia de muchos trabajos que decaen en el interés y en la sorpresa conforme se suman los minutos, acá, tal como en Blood Divine, el orden de los temas es determinante y Svpremacy, como toda obra consistente, gana y brilla (y se consume) a medida que se aproxima su final, su gran final.

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